COLONIALISMO EN AMÉRICA LATINA
EL CAPITALISMO POSTCOLONIAL
LA TECNOLOGÍA DE LA DOMINACIÓN DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL
EPÍLOGO
EXORDIO
En pleno
siglo XXI los procesos de adaptación al Nuevo Orden Mundial NOM marcan hechos
históricos de mayor relevancia en el planeta como una nueva reconfiguración de
las sociedades, en el presente comentario adopté tres postulados desde la
perspectiva de los procesos evolutivos que van aconteciendo en América Latina
en el plano geopolítico, económico social y la transformación
cultural haciendo hincapié en este último postulado.
La visión de
esa perspectiva se inicia con el
colonialismo que es donde se produjo a partir del siglo XV y siguientes, me
atrevo esgrimir modestamente recapitular los nefastos hechos o mejor dicho el
exterminio de los indígenas conjuntamente con la iglesia católica, invadieron
extensos territorios de América para luego someterlos a crueldades humanamente
irreproducibles y, a través de la imposición tiránica de los invasores luego inventaron
historias falsas haciendo creer a la sociedad mundial que fue un descubrimiento.
Luego del proceso transformador a través del dominio se consolida el inicio del
capitalismo con la industrialización, los cuales dan lugar a una nueva forma de
vida en América Latina o indistintamente denominado Nuevo Mundo, por supuesto
con el nacimiento de las repúblicas se afianza una nueva forma de dominación
colonial en el continente americano bajo el sistema político liberal y de todas
sus formas de gobierno que han sucedido a la largo y ancho de América Latina, y
que no podría ser ajeno a la transformación de la cultura debido a la
tecnología informática o llámese cibernética.
El proceso
de industrialización dio origen al capitalismo desde entonces el modelo
económico adoptado fue trascendiendo progresivamente en la economía mundial en
la cual las relaciones y los medios de producción fueron implementando una
serie de ajustes o medidas de política económica, el dominio de la clase de
poder económico, es decir, el mercado definía de cómo el ser humano deberá moverse
en la nueva realidad de los siglos venideros.
El hombre no
puede ser ajeno ni estar fuera de las relaciones con el mundo puesto a sus pies
como un ser de trabajo y de transformación permanente del mundo, es un ser de
la praxis, de la acción y de la reflexión. Pero el sistema capitalista ha
convertido al ser humano en mercancía y por desgracia sometido a planes o
procesos de la explotación del hombre por el hombre. El neocolonialismo es la
nueva forma de dominación a través del Nuevo Orden Mundial impuesto en mundo
globalizado y sometido por la bien conocida “plandemia COVID-19”.
El avance de
la ciencia y la tecnología constituyen sin duda el progreso en términos
cualitativos visto desde la perspectiva social y económica para luego convertir
al hombre en un ser puesto al servicio de la propia ciencia y no al revés,
entonces, en ese contexto el hombre es puesto al servicio del capitalismo
depredador, subsumido por el modernismo, la tecnología cibernética y cada vez
más dependiente del consumismo.
COLONIALISMO EN AMÉRICA LATINA
Desde el
punto de vista del capitalismo es imprescindible realizar un análisis no menos profundo
porque el colonialismo en América Latina dejó profundas heridas y secuelas
históricas durante la conquista, el exterminio de indígenas de los verdaderos
dueños de la región, desde la conquista española o más bien la invasión del
imperio absolutista organizadas desde el viejo mundo con el fin del
expansionismo ligadas al comercio de las especias. Hay que reconocer durante la
Edad Moderna el poder político en Europa osciló entre grandes fases de dominio
y de conflictos que se libraron en cruentas batallas los cuales no se pueden
ignorar. La contienda política y religiosa entre la (iglesia católica) y el
Estado tuvo una relevancia mayor en aquella época como la expansión territorial
fuera de Europa en primer lugar hacia América, Asia, Oceanía y África a fin de
conformar grandes imperios y, por último, la formación de nuevas naciones del
poderío imperial.
Por cierto.
la conquista de América, por parte de España, no fue nada fácil. Cristóbal Colón
y su pequeño grupo de castellanos desembarcaron en una pequeña isla antillana
bautizada, en un principio, con el nombre de La española, pensando que se
encontraban en la famosa Cipango (antiguo nombre dado a Japón) región que
suponían estaba situada en la región oriental asiática. El gran problema que
tuvieron que superar el grupo de los aguerridos españoles en América fue el
adaptarse a un clima adverso muy distinto al europeo y a sus condiciones
geográficas totalmente desconocidas hasta entonces y encontrarse con enormes
extensiones de regiones desérticas y regiones montañosas difíciles de superar
como la gran cordillera de los Andes.
Por otro
lado, en un principio los nativos o indígenas acogieron favorablemente, amables
y pacíficos a los españoles a los que consideraban como enviados de sus dioses,
sin embargo, pronto se dieron cuenta de su error por su insaciable avaricia y
deseos de riqueza sin límites de los enviados y, a partir de ese momento intentaron
oponerse drásticamente por todos los medios en contra los invasores, de ahí que
su conquista que duraría décadas. Al fin los españoles pudieron invadir buena
parte del continente americano fue debido, principalmente, a la división y
enfrentamiento entre los propios indios americanos más que a los méritos
propios de los españoles que, en bastantes ocasiones, se enfrentaron entre sí
por la infatigable búsqueda de El dorado.
Tener en
cuenta, el colonialismo no solamente tuvo lugar en América Latina, debemos
evitar caer en el negativismo más arbitrario y creer que solamente se dio en
América, la historia nos lo demuestra una serie acontecimientos como ser los ingleses,
holandeses y franceses fueron acaeciendo como una compleja red de laberinto contra
la España del s. XVI, si bien es cierto que parte de esas historias, no lo es
menos que los propios ingleses o franceses cometieron los mismos e incluso
mayores abusos en sus colonias siglos más tarde, ignorar sería una historia
contada a medias. Estos países europeos no están, ni mucho menos, en
condiciones de darnos lecciones en este sentido. Es suficiente recordar la
extinción de los habitantes de Tasmania por los ingleses en el s. XIX o la casi
desaparición de las tribus indias de Norteamérica por parte de los colonos
blancos de descendencia anglofrancesa en el mismo siglo. Claro está, el aporte
de España al continente americano sin duda fue el castellano, hablado hoy en
día por más de 400 millones de personas en toda América desde el sur de los Estados
Unidos hasta la Patagonia argentina.
Por último,
para no extenderme demasiado, cabe señalar fueron los españoles quienes
introdujeron en América el ganado bovino, el ovino, caprino y caballar que, en
la actualidad, es una fuente importante de ingresos económicos para muchos
ganaderos de América, especialmente de América central y Suramérica. Las
actividades ganaderas han sido, y siguen siendo, una principal fuente de
ingresos para el continente americano. Todas estas actividades primarias y
muchas más (incluyendo sus innovaciones técnicas) llegaron al Nuevo Mundo
gracias a los españoles. No hay que desconocerlo estos logros significativos en
América, sin embargo, lo cuestionable precisamente es aquello adverso al
humanismo, el sometimiento despiadado y el despojo de las riquezas, mejor dicho,
el saqueo atroz mediante el exterminio de los nativos o indígenas, eso es el
método perverso del colonialismo español.
EL CAPITALISMO POSTCOLONIAL
En la
historia de la humanidad fueron sucediendo grandes transformaciones sin
precedentes por demás significativos hechos de carácter socio-económico, políticos,
religioso y, sobre todo el surgimiento de los estados republicanos de corte
liberal que dieron lugar a importantes transformaciones durante la postcolonia.
Comienzo de la revolución
industrial
La sociedad en general por así decir se caracteriza por un ingreso per
cápita más o menos estable, en tanto que la economía mundial se caracteriza por
un crecimiento acelerado del ingreso. Por lo visto, la revolución industrial
fue el inicio del capitalismo que dio lugar a la acumulación del capital
progresivo mediante la adopción de modelos económicos que beneficiaban a los
capitalistas. Pues claro, llevamos la historia de la revolución industrial
hasta la fecha actual como algo trascendental que cambiaría el orden feudal de
la época imperial hasta nuestros días. A decir verdad, surge la interrogante
desde el contexto económico social y político entonces ¿hacia dónde vamos de
aquí para adelante? Por supuesto, esta interrogante requiere de un
planteamiento teórico del crecimiento, estimo no es sólo un sistema de ecuaciones
económicamente acepatables que concuerden con los hechos, sino la realidad de
las condiciones económicas y sociales cambiaron significativamente de un tiempo
a esta parte.
Indudablemente,
la ciencia económica viene realizando de forma permanente diversas investigaciones
destinadas a construir tal sistema de la industrialización, estoy seguro que
dentro de pocos años se podrán no sólo proyectar nuevas tendencias de la
globalización e internacionalización de la economía sino la consolidación misma
ajustada al Nuevo Orden Mundial. Por el momento, creo que es correcto decir que
no tenemos una sino al menos dos teorías de la producción, primero una
coherente con los principales rasgos que presentaba la economía mundial antes
de la revolución industrial, y una segunda teoría aproximadamente compatible
con el comportamiento de las economías avanzadas actuales. Lo que necesitamos
es una comprensión de la transición. Pues claro, las teorías exitosas vertidas
por Adam Smith, David Ricardo, Robert Malthus
y otros economistas clásicos ellos trataron de explicar fue un mundo en
vísperas de la revolución industrial, desde luego el advenimiento del
capitalismo. La teoría de ellos es consecuente con la visión explícita de la
historia económica de la especie humana hasta aproximadamente de los años 1800
de nuestra era.
La teoría sostiene
que el trabajo y los recursos se complementan para producir los bienes
alimentos esencialmente en las sociedades sin recursos que se sustentan la vida
y la reproducción poblacional. En el transcurso del tiempo, la providencia y la
ingeniosidad humana permitiría establecer las cantidades dadas de trabajo y
recursos se produzcan en una mayor cantidad de bienes que antes. Esta dinámica,
que opera a través de los siglos, explica el aumento, gradualmente acelerado de
la población humana, así como la distribución de esa población en las regiones
del mundo de un modo que es coherente con un nivel de vida aproximadamente
constante en todas partes. Este modelo predice que el nivel de vida de la clase
obrera se mantendrá más o menos constante en el “nivel de subsistencia”. No
obstante, si a manos de los propietarios de la tierra llegasen fracciones
realistas del ingreso, la teoría es congruente, además, con una civilización
floreciente, basada en grandes concentraciones de riqueza en pocas manos. En
realidad, esta teoría clásica de la economía es compatible con los grandes
avances que se verificaron en el conocimiento aplicable a la productividad
mucho antes del S. XVIII, avances que sin duda posibilitaron enormes
incrementos en la población humana y la acumulación de vasta riqueza en manos
de los propietarios de la tierra, y de otros recursos naturales ahí lo
fundamental. Por otra parte, los incrementos del conocimiento logrados a través
de los siglos también estimularon una acumulación de la riqueza, a gran escala,
de capital productivo: la construcción naval, la construcción de caminos y
puertos, la crianza de rebaños de animales para alimentos y la energía. La
acumulación de capital, además, contribuyó a su vez a sostener poblaciones cada
vez más grandes. Sin embargo, según la teoría maltusiana de la fertilidad, ni
los nuevos conocimientos ni la acumulación de capital que ellos hacen rentable
son suficientes para inducir ese crecimiento sostenido en los niveles de vida
que ha experimentado la masa de la población, y que los economistas modernos
identifican como característica esencial de la revolución industrial, por
cierto, imparables lo que hoy el foro económico mundial califica como “economía
mundial insostenible”.
Es prudente
trastocar que el colonialismo en América Latina representa más que modelo un
sistema integral de dominación y la explotación sistemática de la fuerza de
trabajo desde la era industrial mediante la adopción del modelo de mercado como
se dijo antes, paradójicamente, el sistema capitalista va tomando cuerpo en la
transformación histórica multidimensional definida por la transformación del
sistema productivo, no sólo eso, sino también en el sistema cultural y del
sistema institucional sobre la base de una revolución tecnológica como soporte
indispensable. Obviamente, hay que sumarle el sistema político institucional
que define a partir de la oposición de sectores sociales y políticos. Sin duda,
se debe tomar en cuenta para comprender la transición del colonialismo al
sistema capitalista en base a la productividad, competitividad, eficiencia,
comunicación, principalmente es a partir de la capacidad tecnológica de
procesar información y generar conocimiento.
Más allá, de
la representación colonial se podría enfocar el capitalismo a partir del mundo
moderno/colonial desde la diferencia colonial que modifica presupuestos importantes
de los modelos económicos. Claro, la perspectiva de la “colonialidad del poder”
para los modelos del sistema mundial y la teoría postcolonial. La mayoría de
los análisis sobre el sistema mundial se centran en visualizar de cómo la
división internacional del trabajo y las luchas geopolíticas militares son
constitutivas de los procesos de acumulación de capital a escala global. Aunque
utilizo este enfoque como punto de partida, pensar desde la diferencia colonial
nos obliga a adoptar más seriamente estrategias ideológicas/simbólicas, así
como la cultura colonial/racista del mundo moderno/colonial. El análisis del
sistema mundial ha desarrollado recientemente el concepto de geocultura para
referirse a las ideologías globales. Sin embargo, el uso de la “geocultura” en la
perspectiva del sistema mundial está enmarcada en el modelo. Es preciso
mencionar lo dispuesto por Manuel Castells en su obra “La Era
de la Información. Economía, Sociedad y Cultura” 1997 Alianza Editorial, Madrid
España y ¿Es sostenible la globalización en América Latinas? 2003, PNUD-Fondo
de Cultura Económica, Santiago de Chile: “Globalización:
no es sinónimo de internacionalización. En sentido estricto, es el proceso
resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en
tiempo real a escala planetaria. Es un fenómeno nuevo, porque sólo en las dos
últimas décadas del siglo XX se ha constituido un sistema tecnológico de
sistemas de información, telecomunicaciones y transporte que ha articulado todo
el planeta en una red de flujos en los que confluyen las funciones y unidades
estratégicamente dominantes de todos los ámbitos de la actividad humana”.
LA TECNOLOGÍA DE LA DOMINACIÓN DEL
NUEVO ORDEN MUNDIAL
Por cierto, todo
avance tecnológico desde el momento de su aparición en la sociedad de cualquier
manera no siempre es aceptado fácilmente e incluso es rechazado, al inicio de cualquier
innovación genera molestia debido a que cambia los órdenes constituidos del
modo de vida. Empero, tampoco podemos generalizar porque de alguna manera el
cambio constituye un beneficio siempre y cuando le sea útil a la sociedad en
general. Si hacemos una rememoración histórica podemos citar la máquina
industrial con lo cual se dio el comienzo del capitalismo con ello el miedo
profundo del hombre porque se decía que podría ser sustituido del trabajo. De hecho,
surgió enormes problemas sociales pero la máquina siguió su curso era
imparable, habría que asumir a cualquier costo social el capitalismo y su
expansión fue inminente.
La
tecnología y la revolución industrial, por un lado, la invención de la imprenta
y el progreso de las comunicaciones no han encontrado resistencias relevantes;
por el contrario, se han aplaudido y siempre gozaron de consentimientos, por
ejemplo, cuando apareció por primera vez el periódico, el telégrafo, el teléfono
y la radio principalmente la televisión, pues era de esperarse, la mayoría de
las sociedades les dio la bienvenida como “progresos” favorables para la
difusión de información, ideas y cultura.
Ahora bien, las
objeciones y los temores casi generalizados no atacaron a los instrumentos de
producción capitalista, sino a su contexto. Hay que sustentar con sumo cuidado
el rechazo o resistencia, reitero, no es contra la comunicación sino contra lo
que se comunicaba entonces, en otras palabras, el avance tecnológico de la
comunicación es parte fundamental del sistema capitalista. Sin mezquindad
preferí realizar un enfoque un poco más al detalle con el propósito de dejar en
claro que el avance de la ciencia y la tecnología tuvieron no únicamente
progresos significativos para la sociedad, pero al mismo tiempo indudablemente
desde su inicio hasta el siglo XXI implica una nueva forma de colonialismo
igual que Neocolonialismo.
Acerca de la modernidad. Todo sistema de dominación se
compone de sus defensores o promotores como una forma de cultura avanzada del
capitalismo en el entendido que el progreso es sinónimo de expansión de la
economía de mercado, donde la tecnología es incorporada de forma sistemática en
la vida cotidiana del hombre moderno y cada vez más dependiente de la
tecnología, de esta manera el individuo pierde su libertad subjetiva y su
autonomía atando sus virtudes a la actividad del conocimiento de la modernidad
al servicio del sistema capitalista.
Desde la
perspectiva de una dimensión cultural, se podría identificar en el Renacimiento
el surgimiento de un sujeto cosmopolita, funcional e individualista, que
insinúa ya las características de universalidad de profundo egoísmo que van a
definir al nuevo sujeto cognitivo, político y económico en occidente; el cual
sería en principio más bien compatible con los modos de producción económica
con la matanza, la esclavitud y la servidumbre colectivas que se expanden por
toda América como medios de dominio y enajenación sin precedentes. En cualquier
caso, la génesis de la modernidad en América está signada por esa imposibilidad
simultánea, y justo en esa profundidad se abren la conquista y la
evangelización disfrazada donde se mezclan toda clase de anacronismos, sin que
la “evidencia” de la modernidad capitalista pueda imponer una causalidad
retrospectiva que nos permita ignorar los aspectos culturales y cognitivos del
problema.
Desde
occidente, se tiende a señalar con complacencia la forma cómo los individuos de
la periferia participan de las posibilidades del futuro a través de la
tecnología, el consumo, los dispositivos mediáticos y los flujos de
información, dejando la impresión de que esa participación agota su identidad y
comprueba su destino moderno, nada más evidente hasta el día de hoy. Sin
embargo, en el momento preciso se aceptan que las herencias premodernas son
demasiado densas para hacerlas intercambiables en tiempo real o para convertirlas
en información global dentro de una lógica equivalente de las relaciones. Es
cierto que contamos con técnicas y criterios conceptuales que hacen cada vez
más accesible el archivo de la premodernidad, pero también es evidente la
dificultad para pensar el archivo desde los procesos de subjetivación que lo
dinamizan la nueva realidad. En ese desenlace temporal, las sociedades
latinoamericanas tienen su propia forma de transitar alrededor de sí mismas en
medio de la complejidad que define las relaciones centro/periferia en cada
época. Es menester citar lo dicho por Jean-François Lyotard de su obra: La condición postmoderna Informe
sobre el saber. “Nuestra hipótesis es que
el saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las sociedades entran en la
edad llamada postindustrial y las culturas en la edad llamada postmoderna. Este
paso ha comenzado cuando menos desde fines de los años 50, que para Europa
señalan el fin de su reconstrucción. Es más, o menos rápido según los países, y
en los países según los sectores de actividad: de ahí una discronía general que
no permite fácilmente la visión de conjunto. Una parte de las descripciones no
puede dejar de ser conjetural. Y se sabe que es imprudente otorgar un crédito
excesivo a la futurología. Más que de trazar un cuadro que no puede ser
completo, se partirá de una característica que determina inmediatamente nuestro
objeto. El saber científico es una clase de discurso. Pues se puede decir que
desde hace cuarenta años las ciencias y las técnicas llamadas de punta se
apoyan en el lenguaje: la fonología y las teorías lingüísticas, los problemas
de la comunicación y la cibernética, las álgebras modernas y la informática, los
ordenadores y sus lenguajes, los problemas de traducción de los lenguajes y la
búsqueda de compatibilidades entre lenguajes-máquinas, los problemas de la memorización
y los bancos de datos, la telemática y la puesta a punto de terminales
«inteligentes», la paradojología: he ahí testimonios evidentes, y la lista no
es exhaustiva. La incidencia de esas transformaciones tecnológicas sobre el
saber parece que debe de ser considerable. El saber se encuentra o se
encontrará afectado en dos principales funciones: la investigación y la
transmisión de conocimientos (…)”
La modernidad en América Latina. Los latinoamericanos desafortunadamente
nos estamos enfrentando entre nosotros, no sé si beneficiados por la
circunstancia de que la gran mayoría nos entendemos en nuestras propias lenguas
del continente. Contra la negación colonialista nos dimos cuenta de que hay
algo en común que nos une y nos ha creado en el continente el “colonialismo”. Por
supuesto, América Latina es una realidad singular y perfectamente reconocible
en su historia, como producto complejo de casi todas las atrocidades cometidas
por el colonialismo en el planeta, la vergüenza histórica universal que deja
perplejo a cualquier ser pensante más allá de diversidad ideológica que
pudiésemos tener.
Desde el
siglo XV los europeos ocuparon militarmente nuestro continente con parte de su
población saqueada y asesinada cruelmente, trajeron las infecciones contagiosas
que en pocos años diezmaron a la mayoría de los habitantes originarios. A los
sobrevivientes que eran minoría los redujeron a servidumbre. Motivo suficiente para
reemplazar a la población faltante y cometieron el atroz crimen de
desplazamiento masivo de esclavos africanos. Pues siglos más tarde se prohibió
el tráfico de esclavos negros, algunos asiáticos fueron también esclavizados
por el Pacífico. Ya casi, en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del
XX, se produjo un masivo desplazamiento de población desde los países europeos
atrasados en el proceso de acumulación originaria, hacia el sur de nuestra
región. Posteriormente, llegaron los perseguidos por las dos cruentas Guerras
Mundiales desde Europa a América Latina.
En resumen,
nuestra América presenta una enorme riqueza pluricultural, que aún hoy vive un
proceso frecuente de interacción, que se sintetiza claramente en las
cosmovisiones de sus múltiples religiosidades y cultos populares, cuyo centro
lo ocupan siempre la Madre Tierra o las fuerzas de la Naturaleza lo que para
los europeos es signo de ignorancia. Tal es así, que, nuestra América se halla
en la mirada de las grandes corporaciones o de las transnacionales que
continuamente acechan por su enorme contingente de recursos naturales y de su
extensa geografía de Norte a Sur. La modernidad interpretada desde la
perspectiva del capitalismo, América Latina significa un excelente mercado de
consumo y proveedor de materias primas para luego convertidos en productos
industrializados nos lo venden a precios elevados dejando suculentos réditos al
sistema capitalista. Es oportuno mencionar un fragmento expuesto por el Dr.
Eugenio R. Zaffaroni: “Si bien no
hay un hombre cósmico en nuestra Patria Grande, hay un ser “humano
latinoamericano” que se va abriendo paso en la historia en permanente
resistencia al colonialismo (que le niega o retacea su dignidad de persona), en
un territorio en que muchos millones de seres humanos interactúan y sincretizan
sus cosmovisiones, que son expresión de todas las culturas sometidas y
marginadas por el colonialismo en todo el planeta”.
El impacto de la cibercultura en el
mundo global: A
estas alturas del siglo XXI con el mundo globalizado azotado por la “plandemia”
COVID-19, y la pérdida de los derechos fundamentales de las personas, no es
para menos, el sistema capitalista se impuso con fuerza gracias al permanente
progreso tecnológico de la cibernética, con el cual asombró al más visionario
hombre del trabajo digno.
La sociedad
mundial desde hace tiempo viene experimentando extraordinarios avances
significativos de la ciencia y las diversas disciplinas que compone el
conocimiento humano, es imposible negar que las grandes civilizaciones se deben
a esos cambios o denominadas de alguna manera movimientos socioculturales, la
evolución continua del proceso transformador desde la era industrial se fue realizando
paulatinamente-cultura sociedad de la información-tomando mayor espacio en la
tecnificación de la comunicación.
Se entienda
bien, todo avance o progreso constructivo e integrador de las sociedades tiene
un valor incalculable, pero a la vez trajo consigo manifestaciones negativas,
como se dijo, sin bien la máquina de imprenta produjo enormes cambios en la
historia de la humanidad con que la información escrita fue toda una novedad,
sin duda tuvo ciertos rechazos por una parte de la sociedad privilegiada de
entonces. Bueno, la cultura como tal es un movimiento social de evolución
constante de magnitudes insospechadas y de interacción entre los diversos
grupos sociales existentes en el planeta. Ahora bien, el hombre desde que
conoció la impresión en papel adoptó un modo diferente de vivir en sociedad,
luego la radio, la televisión, luego la era de la digitalización; entonces todos
estos avances se deben a ese gran movimiento cultural.
Resulta más
que evidente que el mundo se halla profundamente interconectado a través de las
redes sociales donde la vida cotidiana de las personas ya no sólo se delimita
por su apego a normas jurídicas que emanan de autoridades políticas, sino
también, por acciones y decisiones provenientes de grandes corporaciones internacionales
en diferentes áreas del mundo global, así como por individuos, grupos y
comunidades organizados más allá de las fronteras del Estado y la región. Dicho
en otras palabras, la revolución tecnológica incursionó inevitablemente en la
nueva forma de vida de los seres humanos en el planeta se quiera o no aceptar,
la era de la digitalización hoy por hoy representa la nueva forma postmoderna
del Nuevo Orden Mundial. Como dijo el autor Jesús Armando López en su
obra DERECHOS DE LA SOBERANÍA DIGITAL: “En
este dinámico escenario, conceptos tradicionalmente pétreos como Estado, soberanía,
autonomía, seguridad, adquieren una connotación diferenciada en un contexto de
fluidez, flexibilidad e interdependencia de los intercambios sociales. Cabe
señalar que, como postula Peters, la evolución en la interpretación de
conceptos como los anteriores bien pudiera hacerse en favor de la persona
humana. De igual manera, es palpable la controversia que han tenido los
gobiernos, principalmente de estados de desarrollo económico avanzado, por
controlar el surgimiento de actores, como empresas tecnológicas, que le
compiten por la gestión de la información (como Google o Facebook) o bien, de
particulares que facilitan información clasificada”. Otro autor, define: “Que la cibercultura es como un amplio
movimiento social y cultural relacionado estrechamente con las tecnologías
avanzadas de información y comunicación, surgimiento y desarrollo, así como lo
que significa como colonización cultural”.
La funcionalidad del colonialismo del
siglo XXI: La
historia de América Latina es un enjambre de hechos fatídicos e inhumanos
difícilmente de olvidar, el colonialismo que invadió el continente americano
fue por la fuerza del imperio absolutista de España que junto a la iglesia
católica y bajo la bandera de la evangelización exterminaron millones de
nativos.
Ahora bien,
en pleno siglo XXI resurge nuevamente una nueva forma de invasión sistemática y
atroz de los amos del mal del “foro económico mundial” quienes a título de
salvar la economía mundial diezman la población global mediante imposiciones de
dictadura sanitaria; pues ahí se tienen los planes apocalípticos de exterminio
y control digitalizado del Nuevo Orden Mundial. La funcionalidad del nuevo
colonialismo ejecuta políticas globales de dominio sin límites como una densa
nube catastrófica que subsume a la humanidad entera dejando indefenso y
despojado de todos los derechos humanos.
Lo más
notable de la América Latina contemporánea sin duda, es su dependencia
económica, subdesarrollo o retraso económico respecto de los países desarrollados
o los llamados del primer mundo. Por otra parte, también notable es el abismo
que hay entre comunidades rurales sumidos en la miseria y las ciudades
metrópolis; entre tecnología primitiva y sofisticada, principalmente entre
pobreza y riqueza; entre el hambre y la abundancia son fenómenos difícilmente de
esconder ante los ojos de la comunidad internacional. Vale decir, en la
situación de dependencia económica y su efecto de polarización social y
económica encontramos la herencia principal de tres siglos de subordinación en
nuestra noble y digna América Latina. Vale la pena citar lo expresado por los
autores Stanley J. y Bárbara H, Stein en su obra, LA HERENCIA COLONIAL
DE AMÉRICA LATINA, Siglo XXI editores: “Los
efectos crecientes de la tecnología dentro y fuera de América Latina actúan de
numerosos y frecuentemente contradictorios modos que miran al surgimiento de
nuevas expectativas y de una propensión a rechazar el pasado para cumplir un
futuro ineludible, aunque incierto”.
EPÍLOGO
Así como hay
un comienzo también hay un final que hoy vivimos el siglo XXI un mundo
globalizado en el cual progresivamente se va imponiendo un sistema de vida
diferente, más bien diría una nueva forma de realidad ajustada a intereses foráneos
que son impropios de nuestra América Latina. La historia que germina en las
generaciones del presente y del futuro debe ser el entusiasmo genuino de los
nuevos visionarios con bríos y templanza moral engendren hombres y mujeres que
afronten con capacidad de razonamiento y no de sumisión.
Si bien el
capitalismo del pasado impulsó el progreso de aparente humanismo y mediante la
adopción de modelos económico desde del siglo XV desilusionó a la mayoría de la
población latinoamericana a medida que fue transcurriendo a lo largo de su
historia repleta de pobreza y desigualdad a diferencia de las metrópolis del
viejo mundo.
Despojémonos
de inclinaciones ideológicas que alimentan el odio, el racismo y la
discriminación que en nada contribuyen al humanismo, contrariamente significa
dar paso a que el Nuevo Orden Mundial con propósito de lograr dominio a escala
global y que América Latina no es la excepción del sistema Neocolonialista del
siglo XXI. Al respecto es prudente citar lo dicho por Ernst Cassirer (1874-1945),
filósofo y sociólogo prusiano: “El hombre
no vive en un universo puramente físico sino en un universo simbólico. Lengua,
mito, arte y religión [...] son los diversos hilos que componen el tejido
simbólico [...] Cualquier progreso humano en el campo del pensamiento y de la
experiencia refuerza este tejido [...] La definición del hombre como animal
racional no ha perdido nada de su valor [...] pero es fácil observar que esta
definición es una parte del total. Porque al lado del lenguaje conceptual hay
un lenguaje del sentimiento, al lado del lenguaje lógico o científico está el
lenguaje de la imaginación poética. Al principio, el lenguaje no expresa
pensamientos o ideas, sino sentimientos y afectos”.
La esencia
del ser humano de ningún modo puede ser reemplazada por una máquina programada
y las veces para ser reprogramada, pues bien, si aceptamos la modernidad tiene
que ser donde el hombre por su naturaleza y su conocimiento nato continúe
siendo el primero del planeta. El Neocolonialismo no es más que la nueva forma
de dominación a nivel global que obedece a intereses de las grandes
corporaciones que conforman el foro económico mundial.
“Un mundo mejor y humanitario es
posible cuando se proyecta en la visión de la labor transformadora a través del
conocimiento como presupuesto ineludible por el bien de las futuras
generaciones, libre de acciones inhumanas de dominación”
R.B.O.
No hay comentarios:
Publicar un comentario