Nota: Este artículo es reeditado por su
importancia, gracias a las sugerencias de muchos colegas y amigos que apoyan
incondicionalmente a la iniciativa del proceso de culturización y promover el
respeto por los derechos, valores y principios humanos.
Al público
lector que me sigue de manera permanente, realicé un profundo análisis respecto
de los artículos anteriores comentados durante el presente año, sobre aspectos que
vinculan a los derechos fundamentales establecidos en la Constitución Política
del Estado Plurinacional de Bolivia de 2009, comprendí que no hay más camino
que el conocimiento, el saber, el conocer
y promover la cultura, los valores y la dignidad de las personas humanas
para al menos acceder a una mejor calidad de vida “strictu sensu”. El concepto
de vivir bien es ilusorio casi simbólico poco creíble cuando una sociedad solo
es permisiva o pasiva lo único que hace es aceptar sin condiciones, porque desconoce
sus derechos civiles, políticos, económicos y culturales principalmente. Son presa fácil de ser atrapadas por la
ignorancia, la indiferencia y la falta de respeto a las autoridades legítimamente
elegidas, el respeto a los demás, a la Constitución y las leyes.
Durante todo
este tiempo pude observar y me llama la atención acerca de un fenómeno social
generalizado en la población civil, le puse el título que encabeza este
artículo, en estos últimos tiempos esta crisis se agudizó notablemente lo cual es
imposible esconderla que pueden disfrazar creo que sí, esta crisis cultural implica
la pérdida de valores sociales, morales y
éticos; la dignidad lo más preciado del ser humano se ha corroído por intereses
oscuros sin precedentes que denigran y desequilibran el orden social
constituido.
La cultura
Entiéndase
el concepto cultura tiene diversas acepciones, por ej. Cultura folclórica,
artística, religiosa, etc., sin embargo me refiero al aspecto que involucra al
efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del
ejercicio las facultades intelectuales del hombre. Es la fuente de los valores en
sentido amplio no es propio de ningún país ni imperio ni sociedad, es de la
especie humanidad, es cierto que el desarrollo depende de cuánto valor se le
atribuye y practica en su diario vivir y la formación de sus valores.
La dignidad
Calidad de
digno, aquel que merece algo indica siempre un buen concepto en contraposición
a indigno, la dignidad solo es atribuible a la persona humana por el solo hecho
de ser humano en derecho “sujeto de
derecho”, esa cualidad es tutelado por el Estado mediante la Constitución
art. 14, I. “Todo ser humano tiene
personalidad y capacidad jurídica con arreglo a las leyes y goza de los
derechos reconocidos por esta Constitución, sin distinción alguna”., en
concordancia con el art. 21 del mismo texto constitucional.
La crisis cultural un problema emblemático
Es cierto que
la crisis cultural se profundiza aún más cuando se vulneran los valores
exegéticos la esencia del deber ser
del orden socialmente constituido, como dije en uno de mis libros “una nación no se mide por la magnitud de su
población sino por su cultura”, el problema se torna emblemático cuando las
personas humanas pierden el eslabón del intelecto y se convierten en
prisioneros de la mediocridad de su propia ignorancia enceguecidos por la vil
ambición de poder económico, político y social. La pérdida de los valores
humanos provoca la decadencia moral y espiritual la más peligrosa del género
humano.
Hoy en día,
es frecuente el vacío moral e intelecto de las personas, cada vez se leen menos
libros, la inclinación férrea por el internet con fines ofensivos
destructores en masa es abundante y se sumerge en la inmoralidad reprochable.
Tuve la experiencia de haber vivido y pude comprobar con certeza que la mayoría
de los que participaron en un evento cualquiera por desgracia la Constitución
Política del Estado no ha sido leída ni la tapa siquiera menos el contenido. Cuando
esta debería haber sido leída por lo menos acerca de los derechos y deberes que
todos los bolivianos tenemos la obligación de saber, conocer, cumplir y hacer
cumplir la Constitución y las leyes. Sin embargo, la cultura está en crisis no por
factores externos y ajenos sino por la misma actitud de la sociedad imponente.
Corrupción pública resultado de la
crisis cultural
Es difícil
aceptar la realidad del que no podemos huir, si nos quedamos indiferentes sería
más grave aún, sería llevar de por vida como carga de conciencia, cualquiera
preferiría sufrir una sanción corporal. Esta crisis se asienta en una masa
social sedienta de poder público que persigue beneficios e intereses personales
en desmedro de la mayoría de la población.
No me
tiembla el pulso describirlo y para comprender mejor prefiero ilustrar lo que
significa el vocablo corrupción
proviene de la palabra latina “corronperé”
que significa romper algo entre dos, destruir conjuntamente en su integridad, y
del adjetivo latín “corruptus” que
quiere decir estropeado, descompuesto o destruido. De acuerdo con el Concise Oxford English Dictionary, un
significado de corromper en el contexto es sobornar, y corrupción equivale a
deterioro moral.
Estimo que
no estoy exagerando la crisis cultural y los valores arrasan con la ética y la
moral de la función pública y porque no decirlo también con el sector privado ambos
engendran la corrupción con fines ilícitos. Es frecuente escuchar en el común
de la gente decir “la corrupción está institucionalizada” nada más falso. La
corrupción es una conducta ilícita delincuencial y criminal propio del ser
humano y no adquiere categoría institucional jurídica el delito es intuitu
persona, la aduana como persona colectiva o jurídica no comete la conducta
ilícita sino los servidores públicos en el ejercicio de la función pública y
cualquiera otra institución pública las características son las mismas.
La
corrupción es contagiosa y no respeta fronteras sectoriales se impregna
fácilmente en el estrato social de poder y busca favoritismos y el clientelismo
destruye lo moral viola las normas jurídicas y queda impune. Cuánta razón tuvo Jean-Jaques Rousseau al decir: “Todo es perfecto al salir de las manos del
Creador y todo se degenera en manos de los hombres”.
No me
resisto ante la realidad práctica e histórica de este mal endémico que devora
personas nobles y causa la pobreza espiritual y material, no comparto lo dicho
por un ex-Embajador argentino en EE.UU. la
corrupción en la Argentina no le preocupa a la gente porque lo practica.
La
corrupción constituye un verdadero cáncer social caracterizador por su
“metástasis”, no se trata de un fenómeno reciente ni mucho menos, pues ha
acompañado a la historia desde sus principios.
Rafael Lomeña Caro 2010 en su obra titulada “El Poder y
la Corrupción un problema social con metástasis”, hace mención a cinco factores
muy importantes por cierto las reproduzco:
-Factor
contextual: el individuo corruptible pasa a formar parte de un sistema
ya corrupto y se limita a “imitar” al resto de los miembros de su entorno como
parte de adopción al sistema.
-Factor educativo: principios morales y éticos
inculcados al individuo. La carencia de conciencia cívica y de sólidos
principios éticos hace al individuo más vulnerable y corruptible.
-Factor experimental: la observación frecuente y
sistemática de injusticias y el padecimiento de las mismas por parte del
individuo, pueden terminar llevando a éste a una pérdida de credibilidad en el sistema de poder que llega a ver éste
como un enemigo, haciéndole corruptible en mayor o menor grado.
-Factor
discriminatorio:
pérdida de confianza en el sistema a partir de un padecimiento discriminatorio
de forma sistemática. Un claro ejemplo tenemos la prebenda política el clientelismo
y otros retributivos en perjuicio de los demás.
Conclusiones
Antes
prefiero citar lo dicho por Eugenio Raúl
Zaffaroni (Juez de la Suprema Corte Federal Argentina): “las normas penales
jamás dieron solución a los problemas sociales”. Hoy en día este fenómeno se
está dando en Bolivia tenemos normas que criminalizan y sancionan penalmente a
los corruptos pero cada vez hay más corruptos, el clientelismo y el prebendalismo
continúan aunque de manera diferente, sin embargo están latentes casi
desapercibidos dispuesto a cualquier oportunidad.
No me
cansaré de hacer manifiesto cuantas veces sea necesario si queremos realmente un
país próspero, libre con cultura y dignidad cambiemos de actitud y de conducta
apostemos a recuperar los valores perdidos dedicando más tiempo y espacio a la
difusión de la cultura y la puesta en práctica por el bien de las futuras
generaciones.
¡La inobservancia y la indiferencia pasiva inducen a no ejercer los
derechos reconocidos por la Constitución. Por eso No calles expresa lo que
sientes es tu derecho!