PREFACIO
Las
tempestades son como las olas del mar suben y bajan, pues las sociedades del mundo
entero actualmente atraviesan una de sus peores crisis a escala mundial referente
a la salud, por el efecto del COVID-19 creado en laboratorio y manipulado
genéticamente, con la intervención de las grandes corporaciones del sistema
capitalista norteamericano, pues es de suponer y casi anunciada lo que ahora
está sucediendo en el planeta.
No cabe la
menor duda que el comercio internacional hizo aportes al crecimiento económico,
el desarrollo y la prosperidad, aunque a costo social muy alto. Claro está, los
modelos económicos neoliberales al amparo de políticas impuesta por organismos
internacionales han contribuido a sacar aparentemente de la pobreza a millones
de personas y a difundir los beneficios de un nivel de vida más alto. El comercio
ha acercado a los países, fomentando el entendimiento mutuo y contribuyendo a
la paz mundial. Pero eso no es toda la realidad. En los últimos tiempos,
especialmente desde la Gran Recesión de 2007‑2009, ha aumentado la preocupación por
la equidad, la distribución de los ingresos, la justicia social y el empleo.
Los problemas son cada vez mayores en América Latina yo diría más bien se han
agudizado en los últimos tiempos, que es de conocimiento público.
Por cierto,
hay que tener en cuenta que, si no se distribuyen de manera más equitativa los
beneficios del progreso, se pondrá en cuestionamiento la legitimidad del sistema
basado únicamente en el mercado. En sentido estricto, el comercio es solo parte
de un contexto mucho más amplio con sus propias características que no puede
proporcionar por sí solo toda la gama de beneficios que se derivan de políticas
económicas y sociales estables. Vale decir, en otras circunstancias se considera
que la apertura del comercio no contribuye al progreso social mayoritario de
los países de esta parte del continente o se la mira con cierta desconfianza. Si
no se logra entender el lugar que ocupan los intercambios internacionales en el
contexto general, se corre el riesgo de que la imagen del comercio y de la Organización
Mundial de Comercio OMC quede injustamente empañada por la falta de políticas
efectivas en otras esferas, en particular de políticas que favorezcan un crecimiento
sin exclusiones. Además, no se debe recurrir a la política comercial para
resolver asuntos que se pueden resolver de manera más apropiada mediante otras
políticas adecuadas. Con frecuencia, los gobiernos no defienden la importancia
del comercio y de las políticas conexas necesarias en estos últimos tiempos,
ahora más que nunca la atención es la famosa “plandemia” del COVID-19
proveniente de las altas esferas del sistema financiero capitalista.
Es preciso aclarar
la relación entre el comercio internacional y desarrollo, el crecimiento y la distribución
de los ingresos. No es materia de discusión que el comercio desempeña un rol
fundamental en el fomento del desarrollo, pero solamente puede hacerlo si se
cumplen otras condiciones o factores. Como resultado del comercio interno y
externo y la inversión pública, los puestos de trabajo que atraviesan fronteras
muy comunes en América Latina.
Por otra
parte, deben regir normas adecuadas que brinden seguridad jurídica y un
entendimiento a nivel internacional sobre cómo han de comportarse los países
unos con otros en cuestiones comerciales son también un ingrediente esencial de
la combinación que hace que el comercio sea provechoso para la sociedad en
general. Porque de lo contrario, las normas inadecuadas o inseguras crean fricciones
y suspicacia, por consiguiente, reducen las oportunidades comerciales.
En
definitiva, las relaciones sociales de producción teniendo en cuenta la crisis
del sistema financiero capitalista se halla en su mínima expresión de poder
hegemónico en la región, con móviles de alto contenido de recesión cuyo impacto
global no es para menos que impactará en la región Latinoamericana.
EL COMERCIO FACTOR INFLUYENTE DE LA
GLOBALIZACIÓN Y LAS CORPORACIONES MULTINACIONALES
El comercio internacional
debería ser la piedra angular del crecimiento y desarrollo de los pueblos con
independencia y soberanía. A la vez que permita ampliar el tamaño de la
economía y ofrecer los medios para construir sociedades más justas y
equitativas en la distribución de los beneficios. Hay que reconocer que el
comercio une culturas, costumbres, religión e ideologías incluso a distancias
largas en el planeta, es obvio que existen suficientes argumentos en favor del
comercio. Por cierto, es preciso destacar, a manera de aprovechar las
diferencias en cuanto a productividad y riqueza de bienes y servicios, los
países que comercian se benefician de una mayor eficiencia en la asignación de
los recursos. Los ciudadanos disfrutan de más bienes y servicios de los que
tendrían si no hubiera comercio y pueden consumir también una mayor variedad de
productos. El comercio puede aún fomentar si las empresas adquieren la
capacidad de innovar los factores de los medios de producción en los países de
la región mediante la adquisición nuevos conocimientos técnicos.
¿Cuál es el futuro del comercio
actualmente? Los desafíos
son más certeros para un mundo que nos espera después del COVID 19 ejerce una
presión competitiva sobre las empresas nacionales y una de las formas en que
pueden responder a esa presión es innovando y avanzando en la cadena de valor
agregado si cuentan con la capacidad necesaria. Tener presente, los
conocimientos incorporados en los bienes y servicios en gran medida incrementa
el comercio de estos productos, hay más posibilidades de difundir los
conocimientos a través de las fronteras.
El comercio
requiere esencialmente que haya seguridad jurídica que proteja los derechos de
propiedad intelectual e industrial, normas sobre competencia y sistemas
judiciales independientes. La apertura del comercio de bienes y servicios,
especialmente si se realizan mediante políticas establecidas de conformidad con
el sistema basado en normas de la OMC, se traduce en la adopción de normas y
prácticas (transparencia, no discriminación, equidad entre los países miembros)
que mejoren la calidad y credibilidad de las instituciones nacionales. En este
aspecto, durante la plandemia los derechos propiedad de las diferentes
industrias farmacéuticas y equipos e insumos médicos fueron adulterados o
plagiados sin registro sanitario alguno, en las importaciones y se
comercializaron por doquier en los diferentes países de la región.
Tomando en
consideración en sentido amplio si se quiere, que el fenómeno económico más
controvertido de la historia contemporánea de la humanidad es la globalización
con sus intelectuales a favor y en contra. Como sostuve, en la etapa del
capitalismo el comercio logró integrar las economías contemporáneas a un costo
social muy alto, gracias al desarrollo de la ciencia y tecnología de las
comunicaciones como ser el costo en la logística internacional, poniendo los
productos al pie de los consumidores en tiempo real, en este sentido la globalización
impacta a todos los estamentos de la sociedad consumista. No es para menos, la
globalización emergió y a su paso fue erosionando el poder que puso el Estado
para preservar uno de sus más activos intereses, el dominio de la soberanía
económica a favor de las multinacionales.
Sin ninguna
duda, la globalización no es un fenómeno nuevo menos del siglo XXI, ya se venía
dando en diferentes épocas históricas con una serie de intereses económicos,
ideologías políticas, valores, religioso incluso, fundamentalmente la iglesia
católica y su permanente injerencia en la vida política de los Estados, queda
demostrado su accionar más que religioso de índole político como en el pasado
reciente el golpe de estado perpetrado en Bolivia que destituyó al ahora
expresidente Juan Evo Morales Ayma un gobierno democráticamente elegido por el
pueblo. Es también preciso señalar lo expresado por el expresidente de los EE.UU.,
Barack Obama quien apuntó como uno de los mayores riesgos globales “la
peligrosa y creciente desigualdad…el mayor desafío…si bien no se puede prometer
igualdad de ingresos si se debe poder garantizar igualdad de oportunidades…”
En concreto,
las relaciones sociales de producción obedecen a un procedimiento de
homogenización geopolítica donde se evidencian la profundización y expresión de
grandes conflictos de carácter religioso, político y social entre diversas
culturas. En consecuencia, la globalización es un fenómeno que tiene diferentes
expresiones que plantea definiciones desde la perspectiva de la geografía, la
sociología, la administración y la economía política. Pues ahora, desde el
punto de vista del sistema judicial queda plenamente demostrado que la
globalización logro consolidar su participación mediante normas jurídicas
orientadas de favorecer a las empresas transnacionales o multinacionales, por
ejemplo, los diferentes procesos de negociaciones comerciales bilaterales, regionales
y multilaterales que pasan sin poder ser advertidos el trasfondo muchas veces
es dudoso. En el pasado reciente los procesos de corrupción de alto nivel que
se han ventilado en la región no es para menos el caso ODEBRECHT con gobiernos democráticos
comprometidos, como ser Ecuador, Colombia, Brasil y Perú incluso le costó la
vida de un expresidente Alán García, procesos judiciales como el del
expresidente Rafael Correa de Ecuador, Lula Da Silva de Brasil, entre otros. La
interrogante, queda abierta para la opinión pública de que si la globalización
es todavía un fenómeno creíble cuando la crisis del sistema capitalista se
halla en decadencia.
DETERIORO DEL ESTADO DE DERECHO AL
ESTILO DE VIEJAS PRÁCTICAS DE REGÍMENES TOTALITARIOS
Los
regímenes dictatoriales resurgieron para someter a la población civil, infundir
temor, que si salen a las calles serán reprimidas y llenar las cárceles, como
sucede en Chile donde militares al parecer fue una vieja práctica que ha
revivido en la Latino América, bajo el pretexto o la orden “...QUÉDATE EN
CASA”. Incompresible, pero sucede en muchos países Sudamericanos que por
desgracia les toca vivir no solo la plandemia sino estar frente a un terrorismo
de Estado censurable por la comunidad internacional.
En materia
de derechos humanos y de Estado social se han vulnerado de manera flagrante sin
derecho a nada, el confinamiento de la población civil indefenso, la enfermedad
del COVID 19 en la puerta, qué más da, el temor y la zozobra generalizada
diezmó vidas inocentes, es el resultado nefasto de la plandemia, En primer
lugar, podría pensarse que los “derechos humanos” no pueden entrar en pugna con
la seguridad jurídica que debería primar ante todo aún en épocas de emergencia
sanitaria. Sin seguridad jurídica, los derechos humanos serían solo un símbolo
o un simple anhelo alejado de la realidad social.
El
fundamento de los derechos humanos –la dignidad y la libertad– en esta época
caótica son pisoteados y por demás contradictorios de la historia humana puesto
que aquel solo es posible durante la vigencia del Estado de Derecho, en la vida
democrática de los pueblos de nuestra América Latina, lo que es peor que los
gobiernos de turno de la línea neoliberal apoyado por el imperialismo del norte
someten bajo viejas prácticas del totalitarismo.
Los
“derechos humanos” no representa ningún problema cuando el Estado social
democrático hace prevalecer la vigencia del Estado de Derecho a ultranza, antes
de aplicar mecanismos de sometimiento colectivo y psicológico. Es cierto, que las
declaraciones de derechos humanos amparan espacios jurídicos para desenvolver
legítimos derechos de la persona humana sin interferencias, pero garantizados
por el Estado, existe honda preocupación por la excesiva intromisión de las
ideologías que puso algunas concepciones, y que se manifiestan en las últimas
décadas en materia de libertad, igualdad, educación, sexualidad, y tantas
otras.
Relativo a la
“seguridad jurídica” suele ser mal entendida y tergiversada por los distintos
medios de comunicación, politizada e ideologizada a su libre albedrío. La
“seguridad del ordenamiento jurídico” es importante si en realidad el acento se
dirige a la seguridad de la persona y de la sociedad en su conjunto, respecto
de la cuales la seguridad del ordenamiento jurídico tiene solo carácter
instrumental. El Diccionario de la Real Academia Española lo define como lo
“libre y exento de todo peligro, daño o riesgo”, o como lo “cierto, indubitable
y en cierta manera infalible”, y como equivalente a “certeza, seguridad,
confianza”.
Por su
importancia es necesario destacar lo dicho por Mario Cruz Martínez Profesor
investigador del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana al
referirse a la seguridad pública: “Un
reclamo que se ha vuelto imperativo universal de la ética política de las
sociedades democráticas es el aseguramiento efectivo de la seguridad pública;
sin embargo, la realidad de los últimos años ha evidenciado la complejidad que
envuelve la temática. Desigualdad económica y la evidente injusticia social ha
delineado comunidades políticas donde los derechos no son más que un sinónimo
de dominación y letra muerta”. Ahora bien, en plano de la seguridad
jurídica en sentido estricto, es cuestión de utilidad pública coincido
plenamente con el citado profesor, la seguridad jurídica debe ser promovida y
garantizada por el Estado, en otros términos, la seguridad jurídica es igual a
seguridad pública que solo es posible su efectividad en un Estado de Derecho
democrático.
INMINENTE RECESIÓN ECONÓMICA, EL ROL
DE LOS ACTORES SOCIALES
Como todo
sistema influyente pierde el equilibrio ante la crisis galopante de su propia
receta, sostuve desde hace tiempo que la globalización de la economía trajo consigo
enormes contradicciones, una de las más relevantes fue la relación entre la globalización
y la pobreza que nos permite visualizar mejor las grandes contradicciones
existentes en el actual modelo de desarrollo económico y social basado en el
mercado teniendo como elemento regulador de las relaciones sociales de
producción.
Es obvio,
esta contradicción a pesar de los avances en el campo de la ciencia y la tecnología
cuyos beneficios son para una minoría de la población que residen en los países
de mayor concentración del capital dejando a una buena parte de la población
mundial sobrevivir en condiciones de pobreza y miseria.
Claro, la
recesión económica es inevitable los países de América Latina lo están viviendo
en carne propia, el efecto de la “plandemia” COVID 19 ha disminuido
notablemente la fluidez del comercio de mercancías de la región con el resto
del mundo en algo más del 35% de las importaciones y similar en las
exportaciones. Obviamente a esto hay que sumarle la caída abrupta de la
logística internacional, es decir el transporte en sus distintas modalidades y
operativas de transporte. Vale decir, la recesión de la economía y su impacto
en el comercio internacional de bienes y servicios tiene un futuro incierto y
que su reparación dependerá de los actores sociales del sector privado de la
industria y el comercio; no podrá ser posible aquello sin la inversión pública
de parte del Estado.
El rol de
los actores económicos y sociales frente la inevitable recesión económica
requerirá de una extraordinaria innovación del aparato productivo provisto de
acciones inmediatas con el fin de inyectar la inversión en el sistema
financiero y la movilidad de capitales a corto y mediano plazo. La acción
conjunta de los actores sociales deberá ser ejecutada con absoluta
responsabilidad por el bien de la sociedad, velando por la mayoría social la
que está sufriendo el duro de la recesión económica.
No obstante,
desde la perspectiva del modelo económico neoliberal fuertemente arraigado en
la región durante las décadas del 1990 al 2005, particularmente en el caso de
Bolivia se ahondo dos tipos de crisis como sostiene Luis Arce Catacora en su
libro (Modelo Económico Social Comunitario Productivo Boliviano); “una de dominación y otra estructural en el
plano económico social. La crisis de dominación, o del sistema político, se
refiere a la inexistencia de hegemonía nacional clara en el orden político y
económico, y debido a esa situación, las decisiones fundamentales acerca de la
dinámica social, económica y política recaían en fuerzas externas, organismos
multilaterales y empresas transnacionales”, sostuvo.
En el pasado
histórico reciente refleja la cruda realidad de los países de la región como
ser Argentina, Perú, Brasil, Colombia, Ecuador y países de Centro América con
su deuda externa sellada y patentada de acuerdo a las instrucciones de los
organismos internacionales multilaterales y bilaterales de acuerdo al Consenso
de Washington. Pues bien, de aquí en adelante queda por transitar el camino
largo y tedioso de enfrentar el efecto COVID 19, creo no se puede esconder el
sol con un dedo lo que acontece actualmente en América Latina, un panorama
devastada no solo por la crisis del sistema capitalista y su inminente desplome
ante el poderoso asiático, sino también la infecciosa corriente y sistemática
de la corrupción en todos sus niveles del aparato estatal y sus combinaciones.
Hay que decirlo, la famosa plandemia ha sido la llave maestra con que los
gobiernos neoliberales de la región hayan adoptado para amasar fortuna, negocio
gordo a costa de la salud y la vida de la población; “…QUÉDATE EN CASA, aunque
no tengas nada que comer, igual te mueres”.
EPÍLOGO
Velar los altos
intereses de los Estados y sus economías no siempre es tarea fácil menos en
épocas como la que está viviendo América Latina, sociedades libradas a su
suerte, al desamparo por parte de los gobiernos de turno que poco importa a
estas alturas la ideología política o las forma de pensar diferente. Se habla
de seres humanos víctimas del encierro o aislamiento social, y no es para menos
era deber de los Estado proteger velar por sus vidas, y no fue así. La que está
por encima de todos los intereses es la vida, la salud de la población en
general, sin embargo, tal parece que la crisis del sistema capitalista se está
jugando por un nuevo orden mundial y, para ello han paralizado el planeta, se
han inventado una enfermedad letal denominado COVID-19 para reducir a la
sociedad civil mediante mecanismos de control totalitario y la vulneración de
los derechos humanos.
En
definitiva, el daño está ya hecho los muertos no volverán mientras el nuevo
orden mundial está en ejecución, la recesión económica es inevitable la pérdida
del empleo provoca el descenso de la clase media a clases empobrecidas, es
decir habrá nuevos pobres y los otros que se hallan por debajo de la línea
media, aquellos que no tuvieron acceso ni siquiera a la salud gratuita
desparecieron sistemáticamente de las estadísticas manipuladas de manera
artificiosa como una gloriosa justificación como la consigna de “QUÉDATE EN
CASA…”
En cuanto al
comercio internacional si bien une culturas íntegras que a pesar de la recesión
económica éste deberá configurarse hacia un nuevo orden, pero más humano, con
actores sociales que piensen no únicamente en la distribución de ingresos en
pocas manos sino más bien equitativa y con justicia social por el bien de la
mayoría. “No más a la explotación del hombre por el hombre, la máquina es solo
un montón de fierros que jamás podrá reemplazar el conocimiento del hombre”.
Hagamos de nuestra América Latina un mundo realmente nuevo y próspero
precautelando siempre los altos intereses nacionales y nuestros recursos
naturales por el bien de las futuras generaciones.