miércoles, 25 de diciembre de 2019

FELIZ AÑO NUEVO 2020

AL PÚBLICO LECTOR 
Ya pronto terminará el año y debemos mantener en alto aquello que con tanto esfuerzo construimos, es posible que hayamos dejado algunos sueños volar, pero cumplimos con nuestro público a quien nos debemos, su apoyo permanente fue decisivo para fortalecer los lazos de amistad que cruzó las fronteras. 
El PORTAL JURÍDICO ADUANERO desde Bolivia Estado Plurinacional continuará con el compromiso firme conjuntamente con la Revista JURISTA de México al servicio de la comunidad jurídica. Que el Supremo Creador derrame sus bendiciones a todos y a todas que sus sueños se hagan realidad. Reciban un abrazo fraterno.   

miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA CRIMINALIDAD DEL CONTRABANDO COMO PROBLEMA SOCIAL EN AMÉRICA LATINA


CONTENIDO
Introducción
CAPÍTULO I
EL CONTRABANDO DESDE LA CONQUISTA ESPAÑOLA Y SU TRANSICIÓN DURANTE LA CONFORMACIÓN DE LOS ESTADOS REPUBLICANOS
CAPÍTULO II
LA CRIMINALIDAD DEL CONTRABANDO COMO PROBLEMA SOCIAL DEL SIGLO XXI
CAPÍTULO III
EL CONTRABANDO SU VINCULACIÓN CON CORPORACIONES INTERNACIONALES EN DESMEDRO DE LAS ECONOMÍAS NACIONALES
CAPÍTULO IV
RESPONSABILIDAD DE LA SOCIEDAD CIVIL CONTRA EL CONTRABANDO
EPÍLOGO
Introducción
Un país no puede existir sin que se relacione con sus similares por tanto lo hace a través del intercambio de bienes materiales y servicios escasos, buscar medios adecuados para la supervivencia para una mejor calidad de vida. El comercio como factor principal de relacionamiento de los hombres en sociedad desde tiempos remotos hasta nuestros días siempre se halla ligado a los vínculos sociales y de poder político.
El comercio de mercancías influye significativamente en la economía mundial bajo la bandera de la globalización económica, un escenario donde los actores económicos se rigen por reglas comerciales rigurosas que les hace competitivos y desempeñan múltiples funciones sea en la “libertad o restricción de comercio”. Para la actividad comercial de mercancías enmarcadas en la legalidad, no existen limitaciones ni impedimentos que trunquen las relaciones internacionales, su desarrollo en gran medida dependerá de la seguridad jurídica que brinde el Estado.  
El presente trabajo se enfoca específicamente al delito de contrabando como un problema social antes que jurídico de América Latina que desde tiempos de la conquista española, durante la época colonial y por consecuencia en la independencia de las repúblicas lograron perpetuarse en los estratos sociales de mayor representación; como elemento esencial del presente trabajo logré elaborar en base a la historia colonial, a partir de ahí el fenómeno del contrabando de mercancías no deja de seguir siendo un gran problema para los Estados modernos del siglo XXI.     
   
CAPÍTULO I
EL CONTRABANDO DESDE LA CONQUISTA ESPAÑOLA Y SU TRANSICIÓN DURANTE LA CONFORMACIÓN DE LOS ESTADOS REPUBLICANOS
Etimología. Según el Diccionario de la lengua española, la palabra contrabando proviene del término latino "contra" preposición que denota la oposición o contrariedad de una cosa con otra, y “bando” de blandir, que es edicto, ley o mandato solemnemente publicado de orden superior. Entonces contrabando significa acción o comportamiento contrario a una ley o a un edicto dictado en un origen determinado.
El término contrabando acentúa su posición en el tráfico y comercio de “mercancías” a escala internacional, que por su importancia es preciso enunciar ciertas definiciones puesto que tienen incidencia mayor en el ámbito jurídico, al respecto cabe señalar el aporte de Luis MI. Sánchez Días de su obra “Aduana del Siglo XXI Criminalidad del Contrabando” en su comentario “Comercio o producción prohibidos por la legislación vigente”, el autor describe diáfanamente que la criminalidad no sólo es el comercio ilegal sino también la producción con fines ilícitos.
Máximo Carvajal Contreras en su obra “Manual de Derecho Aduanero” (Editorial Púrruas S.A. Ed. 1995) señala que contrabando es todo lo que se hace contraviniendo una disposición de ley. Es el acto u omisión que tiende a sustraer mercancías y efectos de la intervención aduanera. En el contrabando, dice este autor, citando a Pedro Fernández Lanane, existe la clandestinidad, ocultamiento, se obra con dolo, furtivamente. Sin embargo, con relación al ocultamiento lo expresan con mayor claridad los autores José L. Di Fiori y Carlos A. Ferro al decir: “contrabando es cuando a sabiendas, aún sin mediar ardid o engaño introducir o extraer mercancías del territorio aduanero en horas y lugar no habilitados para el efecto”.
Origen. A decir verdad, la historia del comercio no registra exactamente en qué momento y lugar se originó por vez primera el contrabando, sin embargo se puede decir que el contrabando de mercancías estuvo siempre vinculado a la evasión de impuestos o tributos primero en especias luego en dinero. Sin embargo, es que el hombre para la satisfacción de sus necesidades y de sobrevivencia se ha dado cuenta que no todo lo que posee satisface sus necesidades, sino que recurre a otros medios posibles a su alcance para proveerse de recursos, primero el trueque después por dinero metálico y así sucesivamente a través de los siglos.  
El comercio de bienes y servicios implica relaciones sociales, económicas, políticas; hasta religiosas, como veremos más adelante. Nace el comercio en sus múltiples formas dando lugar al surgimiento de los medios de pago en especia o en dinero, el pago de los tributos impuesta por la autoridad superior, por las mercancías extranjeras; por ejemplo en la antigüedad el cruzar por territorio intermedio se debía pagar tributos en la frontera del territorio extranjero. La imposición de estos cargos denominados tributos ha originado en la mente del hombre de comercio la “idea de no pagar dichos cargos impositivos mediante la evasión” con el fin de obtener mayores beneficios en desmedro de la comunidad organizada.
Ahora bien, la comunidad social es organizada tiene normas que regulan las actividades del hombre y sus relaciones con los demás para que haya paz y orden social en la comunidad. El que incurre en la infracción de la ley es castigado con penas severas como la privación de libertad en algunos casos, en otros países el contrabando es considerado como traición a la patria. Por eso, el “contrabando” es la infracción a la ley con independencia de las sanciones que representen el ilícito, vale decir en estricto de la palabra el contrabando es una acción ilegal, por tanto, “delito” tipificado por la norma penal.
En el viejo mundo. Los egipcios tuvieron la legislación aduanera más rigurosa del mundo mientras que los fenicios eran comerciantes y navegantes más destacados de la historia, cruzaban continentes transportando consigo diversas mercancías para el comercio. El comercio de mercancías por su ubicación y representatividad es universal, Aristóteles hablaba ya de los tributos de exportación, quiere decir, que el comercio de los griegos era significativo al igual que para los romanos y de ahí al resto del mundo.
La conquista española: No fue sólo limitada al comercio de mercancías sino a la expansión territorial de la dinastía española más allá del viejo mundo. Los españoles no sólo han manifestado su interés de llegar al oriente sino la de traficar con esclavos negros, con el supuesto descubrimiento de América de 1492, el tipo y el volumen del comercio negrero se había proliferado enormemente, con el Tratado de Tordesillas de 1493 África quedó bajo el Reino de España y se convierte dueño de la ruta hacia Oriente y sus especias del subcontinente brasileño y del comercio negrero. En 1513 el comercio de negros era libre pero con el pago del “almojarifazgo” que significa “derecho de aduana”. En 1534 dos negros esclavos fueron rematados en subasta pública por la autoridad aduanera en las provincias del Río de la Plata, primer comiso y remate  aduanero de mercancías en la vida de don Pedro de Mendoza.        
América colonial. Es preciso señalar históricamente que el pago de los tributos, su exigibilidad de rigor, su fuerza de coerción y su penalización por el incumplimiento se dio en la legislación europea propagándose por el nuevo mundo. En la época precolombina América era un mundo distinto, habitada por culturas, como ser los incas, mayas, aztecas, etc. Para estas culturas el comercio no era el modo de sobrevivir menos el afán de obtener utilidades, no existen antecedentes que la historia registre hechos comerciales antes del descubrimiento de América. Es evidente que podemos afirmar que muchas culturas como los incas se castigaban a quienes cometían crímenes con el Inca, pues, en ninguna parte se dice que los incas castigaban por el delito de contrabando.
El viejo mundo pues era un mundo comerciante y de grandes comerciantes, por ejemplo al veneciano Marco Polo uno de los más conocidos y colosos comerciantes de la época; Cristóbal Colón no tenía la menor idea de descubrir a América su propósito era llegar al Asia Oriental y abrir una ruta de comercio de tejidos de seda y de especies que España los requería. El descubrimiento casual de Colón llevó a que volviese no con fines de comercio sino de conquista territorial con avezados hombres y junto a ellos la iglesia católica siempre presente con el propósito de evangelizar a todos aquellos que encuentre a su paso.
Una vez conquistada pasa al dominio de la Corona española se instaura una serie de medidas de control económico, político y religioso. La dinastía española tras conquistas territoriales abre las rutas comerciales y a la vez imponiendo tributos al tráfico de mercancías. En el siglo XVIII la dinastía borbónica subió al poder en España e implantó una política rigurosa de fomento del “Orden y Control” investigación realizada por (Scarlett O´Phelan Godoy. Universidad Católica del Perú precisamente sobre el “orden y control” en el Siglo XVIII. La política borbónica frente a la corrupción fiscal, comercial y administrativa de la época eran incontrolables, estas medidas no se aplicaron exclusivamente a la política económica sino también al orden de control territorial. No es casual, por ejemplo, que los borbones se regimentara en Lima, en la segunda mitad del siglo XVIII, la distribución urbana de espacios territoriales a partir de cuarteles, para cuya conformación fue parcialmente censada y establecida un padrón de habitantes. Era una forma de saber quien vivía encada área de la ciudad. Adicionalmente, y también dentro de la política urbanística se construyeron recintos cerrados para los principales espectáculos culturales y de diversión. Las calles quedaron despejadas de escenificaciones teatrales, peleas de gallos y toros, los que pasaron a llevarse a cabo en el corral de Comedias, el Coliseo de Gallos y la plaza de Acho que hasta el día hoy queda como un monumento histórico de Lima. El objetivo era tener el control a través de estos espacios cerrados que facilitaba  saber quiénes son los espectadores, adonde estaban sentados y, de esta manera, evitar cualquier manifestación social que pudiera escapársele de las manos a las autoridades coloniales.
Volviendo al aspecto económico, se ha afirmado que existía un ola de corrupción política y el desfalco fiscal que se produjo en el período de los Habsburgo, los borbones procedieron a ordenar y sanear la economía, escrito en la obra de Enrique Semo “De la colonia a la independencia: la línea imaginaria entre lo público y privado. La corrupción en México”. CIESAS México 2000. Claro, es oportuno observar que ya hubo intentos por corregir las malversaciones existentes a finales del siglo XVII, con la presencia en el Perú del Virrey Duque de la Plata (1686-89), quien llevó a cabo un censo de los pobladores indígenas del sur andino con la finalidad de ajustar tributos y mitas (Mita: Del quechua mit’a significa turno o semana de trabajo, pues claro era una especie de tributo que pagaban los indios del Perú a la Administración Real Española).
Eh aquí lo interesante, “la ocultación de los tributos”, una de las estrategias más utilizadas y conocidas para evadir impuestos, específicamente el tributo indígena. Los varones indios entre 18 y 50 años eran quienes pagaban como prueba de su vasallaje al Rey de España. Pues vean, en esa época los indios no sabían qué significaba evadir impuestos menos el “contrabando”, fueron los corregidores y los curas españoles quienes dieron la idea de obviar las inscripciones en las listas de tributarios a fin de obtener beneficios personales. De ahí, que los actos delictuosos ya sentaban soberanía en el nuevo mundo, por ello los tributos se quedaba en manos de intermediarios. Los clérigos cobraban directamente tributos a sus feligreses, pero estas contribuciones jamás llegaban a las arcas de la Corona española, es muestra clara de cuán corrupta era la iglesia católica. El ocultamiento de tributarios era generalizado en las poblaciones del virreinato, cuando los padrones de tributarios actualizados entraron en funcionamiento provocaron en varias provincias, eclosiones sociales.
Lo que puso en evidencia el censo en el transcurso del siglo XVIII, fue que si querían mantener una recaudación significativa en el rubro de tributos, habría que incorporar a otros sectores sociales tradicionalmente exonerados de este pago. En el Perú el amplio mestizaje llevó también a elaborar un proyecto para incorporar a otros sectores a la contribución tributaria. Pero la ley no se pudo implementar, en la medida de que al tratar de aplicarla, durante la venida del visitador José Antonio de Areche, en 1777, estallo la ola de intranquilidad social que culminaría con la rebelión de Túpac Amaru. El declive de la población tributaria no se pudo con la inclusión de mestizos y castas en el esquema impositivo. Pero la alternativa de incrementar el ingreso de la Real Hacienda por concepto del tributo seguiría dentro de los planes de la Corona.
Los corregidores y sus repartos de mercancías. La fama de corruptos que se achacaba a los corregidores por el fraude de la ocultación de tributarios y la doble contabilidad de los registros de contribuyentes indios, de manera que se incrementó con la legalización del reparto de mercancías. Las quejas no se hicieron esperar y las acusaciones implicaban que el corregidor anteponía cobros por efectos del reparto a los que correspondían al tributo. Es decir, el corregidor buscaba su enriquecimiento personal en detrimento de la Hacienda Real.
La Corona española comenzó a preocuparse por estos actos de corrupción cuando los mismos indios de la comunidad denunciaron que el corregidor manipulaba lo que se le entregaba por concepto de tributos, transfiriéndolo al cobro de sus repartos. Si bien las comunidades habían llegado a aceptar el tener que tributar al Rey, rechazaban la forma de contribuir al enriquecimiento personal de una autoridad tan antagónica como era el corregidor. Pero los corregidores, amos de las comunidades luego de legalizarse el reparto, recurrieron además a otros mecanismos complementarios para lucrar con su puesto político y expandir su poder económico. Es exactamente lo que en los primeros albores del nacimiento de las repúblicas las aduanas de los países declarados en independencia adopten como especie de acomodos de carácter político y ciertas clases sociales de poder.
Puertos y fraude mercantil. El comercio libre que entró en vigencia en 1778 decretó la apertura de puertos que antes había sido habilitado para el comercio regular. La idea era fomentar el tráfico mercantil pero también regularizar el funcionamiento de puertos que había venido antes operando en la clandestinidad para el tráfico ilegal mercancías incluyendo esclavos. Esta necesidad se vería reforzada con las abiertas denuncias que llevaron a cabo viajeros como Jorge Juan y Antonio de Ulloa en sus célebres Noticias Secretas (1735), donde no dudaron en denunciar sobre el contrabando que venía operando entre los puertos de Manta, Paita y Guayaquil, ubicados al norte del virreinato peruano.
En 1714, por ejemplo, el Virrey Diego Ladrón de Guevara ya había advertido a las autoridades de que en Lima, Callao, Pisco y demás puertos de la costa peruana, se encontraban “muchos franceses con sus almacenes públicos vendiendo ropa a cambio de “oro y plata”, pues esto no le gustaba nada a la Corona española. Años después entrarían en acción los resguardos aprehensores de contrabando, con la finalidad de ejercer control sobre el comercio ilegal. Ya hacia fines del Siglo XVIII el virrey Gil de Taboada observaría que sin bien era complicado impedir el contrabando de naves extranjeras en un territorio tan vasto como las costas que iban de Guayaquil a Chiloé, cubriendo más de mil leguas de extensión, era de vital importancia exigir a los intendentes de Trujillo, Lima y Arequipa “la mayor energía para perseguir a los transgresores y capturarlos con auxilio de las milicias de la costa.”
Las aduanas y el contrabando regional. La creación de dos nuevos virreinatos fue también parte de la política borbónica de controlar en forma más eficiente los territorios de la América española. Así los virreinatos de México y Perú se agregó en 1739 el virreinato de Nueva Granada (que incluía Venezuela, Panamá, Nueva Granada y Quito) y en 1776 el Río de la Plata o Buenos Aíres (que incluía las provincias del Plata, Paraguay, Uruguay y el Alto Perú). Dividir el territorio significaba también estar preparado para defenderlo y de allí que los borbones tuvieran en sus objetivos centrales entrenar una fuerza militar adecuada para que protegiera las fronteras de posibles invasiones y disturbios. Por otro parte, la creación del virreinato de Nueva Granada respondió, entre otras cosas, a la necesidad de garantizar la defensa del estratégico puerto de Cartagena y su región costera.
Para vigilar el tráfico comercial entre estos nuevos virreinatos se vio la necesidad de crear aduanas. El sistema de aduanas ya se había implementado con anterioridad y con cierto éxito en la península. Era una manera de controlar el contrabando existente que arrojaba pérdidas a la Hacienda Real. Posteriormente el proyecto se aplicaría  en la Nueva España bajo la supervisión del visitador don José de Galves.
La instalación de nuevas aduanas provocó protestas desde un inicio. Su propósito era cobrar estrictamente el “almojarifazgo” y la “alcabala” correspondientes a los productos comerciales. Las aduanas además tenían la facultad de dar en arrendamiento de las alcabalas a particulares, al cobro directo de las mismas por parte de la Corona. Para dicho efecto se medían los textiles y se pesaban los comestibles introducidos, verificando que las cantidades declaradas fueran las reales, en la medida que se había hecho una costumbre declarar un monto inferior con la finalidad de pagar menos impuestos, tal como hoy se diría el fraude aduanero. Las autoridades de la aduanas develaron que bajo el pretexto de tratarse de regalos se estaban introduciendo importantes cantidades de vinos o textiles, de esta manera evitar el pago de almojarifazgo. Corregir estas irregularidades implicaba velar por los ingresos de la hacienda real, pero también significaba desatar el descontento de quienes venían comerciando largamente bajo estas coberturas ilegales, lo que hoy pasa con los bagayeros (contrabando hormiga) en las fronteras de América Latina.
En 1780 se crearon aduanas en el bajo Perú, primero en Arequipa y el mismo año de instalar una aduana en el Cuzco. Las protestas no se hicieron esperar pues con la presencia de aduanas en el Alto y Bajo Perú prácticamente se bloqueaba el tradicional y activo tráfico comercial que cubría la ruta del sur andino. Además los cobros del almojarifazgo se hicieron rigurosos y suficiente motivo para el estallido de grandes rebeliones de la época que más tarde se vincularían con ideas políticas de liberación y la revolución en el continente.                 
Albores de la independencia. Era de esperarse, los acontecimientos históricos de la colonización trajo también diversos cambios en la estructura de la monarquía española, la ilustración en América se debe a una especie de reformas imperiales que se dieron en el siglo XVIII promovida desde la Península Ibérica. En América pese a las reformas borbónicas, la iglesia logró mantener el privilegio desde la conquista como instrumento de adoctrinamiento, algo así como una herramienta de control social y político del poder colonial. Como se dijo, el poblamiento de los territorios conquistados habría que controlar y era muy importante la realización de censos.
No hay que olvidar que la iglesia católica su participación fue determinante en todas las instancias coloniales de dominio, y prueba de ello hoy se puede observar físicamente que la casa de los corregidores y el templo católico siempre se hallan juntas en la plaza pública, no casual se debe a una forma estructural de ubicación territorial. Claro, la primera de las sociedades económicas que vio la luz dentro de la monarquía hispánica, fue la sociedad Vascongada, creada en el año 1764 que años más tarde se transformaría en movimientos socioculturales de influencia en la Península.
En América, las sociedades económicas desde el aparato gubernamental de la Corona no sólo su existencia era importante sino motivo de recelo, la creación de las sociedades americanas fue lenta debido a que la vida intelectual menos organizada se debe a la división clases entre criollos superiores y peninsulares, principalmente con la incidencia burocrática de España. El surgimiento esperado de los jesuitas provocó embates con la Corona española, al acentuar los deberes del monarca hacia sus súbditos y negó el principio del derecho divino de los reyes.
A partir del siglo XVIII, la teoría mercantilista fue decayendo de a poco en Europa, en primer lugar los fisiócratas luego los liberales en sentido tal que eran obsoletos muchos de principios, no obstante que en España aún se mantenía hasta finales de la centuria conocido con el nombre “mercantilismo tardío” para referirse a este período de la económica española. No cabe duda, que el pensamiento económico de Europa tuvo siempre estuvo al lado de una fuerte corriente e influyente en el aspecto comercial del continente americano. Por último, estos cambios graduales de las doctrinas económicas en Europa más tarde tendrían que influir necesariamente sobre las prácticas comerciales en América. Eh aquí, se decía que “la mentalidad ilustrada del comercio no era sólo ni principalmente una actividad crematística sino que poseía cualidades civilizadoras”; es decir, se le consideraba un instrumento que fomentaba la tolerancia y la convivencia entre los hombres, y por tanto, como un elemento coadyuvante a la noción de una armonía natural entre los seres humanos.
Estas transformaciones socioeconómicas desde la conquista española en América como todo proceso evolutivo social gestó nuevos actores independista liberales que provocó movimientos revolucionaros entre la nuevas clases sociales que ya existían en América de entonces, en contra de la fuerzas reales de la Corana, y que más tarde surgirían las nuevas repúblicas; un comercio bien enraizado en una casta social criolla y con mentalidad siempre puesta de hacer comercio y no pagar tributos, es decir el contrabando de mercancías dio lugar al nacimiento de una clase social con poder político y burocrático vinculada a la corona española.    
                    
CAPÍTULO II
LA CRIMINALIDAD DEL CONTRABANDO COMO PROBLEMA SOCIAL DEL SIGLO XXI
En el contexto del “contrabando” a lo largo de la historia americana desde la colonización española, y durante los siglos de su dominio el problema del contrabando fue adquiriendo espacios importantes en ámbito de la criminalidad del delito y es menester señalar.  
Definición de criminalidad. La criminalidad es un fenómeno universal y tan antiguo como la misma especie humana, se entiende como un conjunto de acciones consideradas ilegales, es decir contrarias al orden legal establecido y que son perseguidas por la policía-control estatal- y castigadas por la justicia.
Pues bien, aproximando el concepto de contrabando con la idea de criminalidad como tal podríamos ubicar en dos postulados fundamentales. Primero, es el conjunto de elementos que permiten que una acción sea considerada como criminal, y Segundo, se entiende la criminalidad como el número de delitos criminales que se han cometido en un lugar determinado a lo largo de un período de tiempo, por ejemplo se tiene en la época de la conquista española no sólo se trajo del viejo mundo la idea abrir rutas comerciales, sino también el fraude, la idea de evadir los impuestos aduaneros “almojarifazco”. Sin duda, este último postulado es el más común, vale decir, utilizado por los diferentes medios de comunicación y las autoridades utilizan el índice de criminalidad como un dato importante para valorar la seguridad en un territorio determinado.
La evolución de la criminalidad del contrabando a través de la historia siempre fue considerada como un parámetro fundamental para comprender una realidad política y una realidad social al mismo tiempo. Hay que partir de hechos concretos y verificables desde tiempos remotos hasta nuestros días; la idea de comerciar mercancías no se gestó en América sino que trajeron los españoles, para luego gestarse en cuestiones políticas de la Corona, el establecimiento de la Hacienda Real era precisamente la de crear tributos y controles territoriales de tráfico comercial de la época, obviamente dio origen al nacimiento de estratos sociales arraigadas en el mercantilismo europeo y su expansión continental.    
El contrabando es un fenómeno criminológico de alto contenido social que ya existe una ciencia que se encarga de estudiar todos los aspectos que forman parte de eses tipo de conductas. Claro, estamos hablando de la “criminología”, se trata de un conocimiento que engloba aquellos elementos de la sociología, el derecho y la psicología que están asociados con la criminalidad. La criminología intenta comprender como un hecho aislado, un crimen concreto y, paralelamente estudia la criminalidad como expresión de una sociedad. Sin embargo, el problema del contrabando en su expresión pura es la manifestación de la conducta humana, es decir hablamos del entorno social del individuo-elemento sociológico- con el derecho implica que tal conducta infringe la norma jurídica y, por último, la psicología la que describe por qué ciertas conductas del individuo se relacionan con la comisión de delitos que a pesar ser prohibidas se inclina por cometer.    
Hay que tener en cuenta que la seguridad es una de las necesidades humanas básicas, pues sin ella resulta muy difícil llevar una vida normalizada y esté conforme al orden social constituido. Es esta la razón por lo que los Estados intentan combatir el aspecto que más altera la seguridad nacional, lo fue en la época colonial, durante la República y hasta el siglo XXI en que vivimos, y ese aspecto es la “criminalidad” mientras no se supere o al menos disminuir su índice seguirá siendo el talón de Aquiles para la sociedad actual, un verdadero problema político-social; Incluso se puede afirmar que una sociedad es avanzada cuando sus índices económicos, de salud y de seguridad se encuentran dentro los parámetros razonables.
En las últimas décadas ha surgido un nuevo concepto: la criminalidad organizada. No se refiere simplemente a grupos mafiosos tradicionales, sino que también incorpora la idea de crimen como una realidad global. De hecho los cuerpos de seguridad de las distintas naciones cooperan conjuntamente para luchar contra el crimen organizado.  

CAPÍTULO III
EL CONTRABANDO SU VINCULACIÓN CON CORPORACIONES INTERNACIONALES EN DESMEDRO DE LAS ECONOMÍAS NACIONALES
Venimos sosteniendo, el contrabando-acto ilícito- considerado como un fenómeno social a través de los siglos va en constante crecimiento como dije muchas veces que no está al ritmo del avance de la legislación de las normas jurídicas debido al aparato burocrático del Estado. Existen dos etapas que nos permitirán identificar este fenómeno social de esencia criminológica:
-Herencia colonial. No cabe la menor dudad que el contrabando en América fue un apetecido negocio a base del fraude impositivo, no tanto así de los recursos naturales ni en la disponibilidad de la mano obra, sino en la cuestión institucional del régimen colonial. En otras palabras el carácter arbitrario de los regímenes coloniales, la discreción de las autoridades, la resistencia de la esclavitud y del sistema de castas, mantenían viva la amenaza de insurrecciones y desórdenes. Los costos en las colonias españolas eran significativamente más altos que en las británicas, en parte debido a las normas ibéricas, la falta de derechos de propiedad bien definidos, sistemas judiciales ineficientes y corruptos; el sistema tributario colonial se basaba en pesadas regulaciones, monopolios y licencias de comercio. Eh aquí, lo curioso, los poderes coloniales a cambio ofrecían pocos bienes públicos, es decir no invirtieron en la educación y servicios sociales al contrario dejaron en manos de la iglesia católica, tampoco realizaron inversiones en la infraestructura más bien dejaron en manos de corporaciones comerciales, los consulados de comercio.
-Herencia de la independencia. Las batallas y guerras estuvieron relacionadas al proceso de América hispana, guerras civiles iniciales como las que enfrentaron los ejércitos libertadores durante la independencia. La resistencia imperial fue mayor, la radicalización republicana e independista de las élites fue mucho menor, en los centros de la economía colonial donde se encontraba la mayor parte de población indígena y que estuvieron dominados por el eje productivo de hacienda y la minería de exportación, incluso en zonas de predominio esclavista, es decir en regiones donde la presencia político administrativa del imperio era más fuerte y donde las élites coloniales predominantemente comerciales se sentían amenazadas por ambos sectores discriminados racial y socialmente. Obviamente en esos territorios, la lucha por la independencia avanzó rápidamente con contradicciones más fuertes, con costos sociales y económicos muy marcados.
En definitiva, desde el punto de vista económico la independencia ofreció dos ventajas por una parte el libre comercio y el acceso a los mercados internacionales de capital, que al largo plazo crearon oportunidades para el avance económico, pero también trajo consigo desventajas que más temprano que tarde problemas sociales y políticos que a su vez no pudieron ser superadas en el tiempo debido a que el contrabando se va acentuando en las nuevas castas sociales con vínculos políticos.
El contrabando de mercancías como negocio apetecido desde sus orígenes basado en la evasión impositiva, ha merecido la atención de los gobiernos republicanos; las  revoluciones y guerras por la independencia que reflejaba  entonces, los altos niveles de violencia, la inestabilidad política debido al nuevo orden económico mundial fueron caracterizándose con mayor fuerza. Es importante tener en cuenta con relación a las expectativas que cedían los procesos de la independencia respecto de la economía Latinoamérica tenía mucho que ver con los logros y limitaciones por consecuencia de la época colonial.
Actualmente, el contrabando siendo éste como problema social no ha dejado de ser un fenómeno criminológico con vínculos de grandes corporaciones internacionales bien estructurados que operan en conexión en los países de América Latina. No es para menos, el avance de la ciencia y la tecnología ha dotado también al crimen organizado una serie de recursos para la comisión del delito, cuyos beneficios en manos de una minoría en perjuicio de las economías nacionales. Se tiene como ejemplo, el comercio ilegal de mercancías adulteradas en el rubro de medicamentos que en el pasado reciente se descubrieron fábricas clandestinas en diferentes países. Por otra parte, la criminalidad del contrabando asociado con el narcotráfico en las fronteras tripartitas se acentúa con mayor presencia y, las aduanas muchas veces son rebasadas en cuanto al control de las fronteras terrestres, marítimas, etc.      

CAPÍTULO IV
RESPONSABILIDAD DE LA SOCIEDAD CIVIL CONTRA EL CONTRABANDO
A partir de los antecedentes históricos este fenómeno criminológico ha calado profundamente en las sociedades de América Latina, más aún el “contrabando” si bien era la forma de evadir los impuestos para la Corona al inicio, sin embargo la expansión territorial ha sido de prioridad para el imperio colonial.
En pleno del siglo XXI el comercio de bienes de importación y exportación logró alcanzar niveles insospechados, inicialmente los Estados modernos en su incipiente organización política y jurídica, el contrabando paulatinamente como delito se configura en los Códigos Penales que más tarde sería la autonomía del Derecho Aduanero la encargada de estudiar el contrabando como un fenómeno antijurídico con el gran aporte de la doctrina de diversos juristas. En este estudio breve digo esto porque el contrabando es el eje principal el motivo que me lleva a enfocar desde tres puntos de vista. Primero, la criminalidad del contrabando como un fenómeno social; Segundo, el hecho antijurídico del contrabando; y, Tercero la responsabilidad de la sociedad civil.
-La criminalidad del contrabando como un fenómeno social. Los hombres intercambian no solamente los productos que los necesitan para consumo propio sino que va más allá y que parte de esa necesidad adquiere características culturales, es decir, su influencia en el comercio tiene necesidades de lucro o ganancias. El comercio transforma sociedades y a través del tiempo las convierte en élites con estrecho grado de vinculación con el poder político. En otras palabras, se podría decir que el contrabando visto como actividad lucrativa es la aspiración de una parte de la sociedad a mejorar su calidad de vida-involucra condición social-, siempre lo fue desde la época colonial; no significa que haya sido legal, lo que quiero decir, es que el contrabando como tal tiene un alto contenido social que la  ciencia penal no podrá resolver con la criminalización o la máxima penalización que es lo mismo. Eugenio Raúl Zaffaroni eximio maestro de la Criminología y Ex Magistrado de la Suprema Corte Federal Argentina, decía marcadamente al referirse a la penalización del delito, “…la criminalización es tarea de la ciencia penal,  sin embargo el problema del delito jamás resolvió el derecho penal, porque aquel es un problema social y cultural”.
Entendido, el contrabando como práctica casi normal por así decirlo fue en todas las colonias de Hispanoamérica y, que a través de tiempo se han vinculado entre la corrupción y el contrabando que permanecen hasta nuestros días; no es exagerado citar por  ejemplo, en el comercio del Río de La Plata del siglo XVII donde la corrupción siendo este un fenómeno masivo bien enraizado con los representantes de la corona y la oligarquía local. No hay duda alguna, la corrupción entendida como desviación social común aunque no precisamente normal no por eso significa que le sea permitida; pues lo es cierto es que para los funcionarios sabían perfectamente que el contrabando funcionaba así. Es decir, la burocracia en Hispanoamérica estaba bien emparentados con la corrupción, comercio ilegal, sobornos, cohechos, favoritismos y el clientelismo, etc. Es este el tema central del ensayo, el contrabando como un fenómeno del alto contenido social que vincularía más tarde en las elites de la oligarquía local después a escala trasnacional.                    
-El hecho antijurídico del contrabando. No debemos perder de vista que el contrabando específicamente entendido como un delito que proviene desde la época colonial y desde entonces solo ha ido adquiriendo distintas connotaciones y que me atrevo decir que está bien arraigado en nuestra sociedad.
El contrabando, fue adquiriendo la figura ilícita lentamente en cuanto a la naturaleza en los diferentes sistemas jurídicos de América Latina, su inclinación más a los delitos económicos afectan también al aspecto social, digo esto porque lo económico afecta al Estado, es decir a su funcionalidad pública. El Estado vive de los ingresos fiscales y, el contrabando impide la recaudación de los impuestos por la importación de mercancías a territorio aduanero nacional.
Bien, el delito de contrabando es un hecho contrario a la ley-algo que lesiona- el bien jurídico protegido, el objetivo principal es darle la protección el orden económico establecido por la norma jurídica y, pues implica también el aspecto social. El contrabando consiste en la introducción o extracción de bienes (mercancías) de un territorio aduanero con destino a otro territorio extranjero independientemente de los tributos aduaneros gravados. Y, la concurrencia de la conducta ilícita no solo afecta en cuanto al patrimonio del Estado, sino también a la industria nacional en lo fundamental a la economía nacional. De ahí, que el marco constitucional en un Estado democrático y social de Derecho determina los alcances de la punibilidad, sobre todo establece cuáles son los bienes jurídicos protegidos.
En el delito de contrabando no únicamente existe el bien jurídico protegido del orden económico sino la funcionalidad patrimonial de la administración pública que es la Aduana institución estatal. Cuando interviene en el ilícito un servidor público aduanero o una persona que ejerce funciones públicas se dice también que afecta al interés o bien jurídico de la fe pública depositada en dicha persona. Dicho en otras palabras, el contrabando no solamente se contrae a la afectación patrimonial del Estado sino también comprende a su deber de control del comercio internacional.
Resumiendo se puede afirmar que el contrabando produce un daño efectivo público, de ahí que el daño causado perjudica severamente al fisco cuando las mercancías son gravadas con el arancel aduanero, sin embargo pueden haber casos que no es el impuesto aduanero como elemento relevante del hecho punible sino más bien el que causa daño a la salud pública, al medio ambiente la seguridad interna y  externa del Estado, entre otros.            
-La responsabilidad de la sociedad civil. Eh aquí, el talón de Aquiles de la sociedad actual, que no deja de ser preocupante, siendo el contrabando un mal endémico y peligroso para las economías nacionales; lo fue para la Corona española, durante la independencia de América y la creación de las repúblicas y, aún en pleno siglo XXI el fenómeno del contrabando continúa siendo como la sombra del mal colectivo. Es posible desde la perspectiva de la acción ilícita misma realizar un estudio antropológico o un estudio más orientado a la criminología; sin embargo dejé abierta la posibilidad para un trabajo posterior porque las consideraciones que contempla el contrabando como delito son propio de la ciencia jurídica y su relación con otras ramas del derecho merece un estudio enteramente jurídico y especializado.  
Ahora bien, estos tres postulados son sufrientes por ahora para ubicar el delito de contrabando en el contexto social de los hechos históricos que sucedieron desde la conquista española, si analizamos con mayor énfasis el “contrabando” como un fenómeno social que transforma la condición económica de castas sociales donde el interés común casi siempre fue el acenso social y económico, sus vínculos con el poder político no son hipotéticos sino realidades históricas.
En la situación actual, cuando hago referencia a la “responsabilidad civil” quiero decir que la sociedad es tan responsable como los actores del delito porque en su generalidad se permite la concreción de la acción ilícita-compramos con facilidad mercancías producto del contrabando- la actitud permisiva hace responsable tanto al que vende como al que compra, como en el Derecho Penal, el cohecho activo y cohecho pasivo ambos responsables. No puede el Estado por si solo hacer frente a la criminalidad del contrabando sin la intervención de la sociedad civil, es un problema social-económico e incluso cultural; sin concesiones debemos erradicar definitivamente al menos reducirlo, es deber de todos y de todas si se quiere realmente el bienestar para la futuras generaciones del presente y del futuro.
       
EPÍLOGO
El ferviente deseo de superar los males endémicos es una labor difícil en cuanto aquellos que adquieren efectos de connotaciones sociales y políticos desde la conquista territorial de los españoles, al parecer estoy seguro que el comercio fue la idea central de ciertas clases sociales burguesas europeas que más tarde dieron al surgimiento de los pensamientos y doctrinas liberales. Claro, para los españoles no era el contrabando un asunto principal de preocupación de sus políticas sino la expansión territorial, abrir una ruta entre Europa y la India rico en especias y seda.
Por otro lado, el contrabando un delito de orden público por cierto apetecido por una minoría en detrimento de la mayoría social, un mal tan singular desde tiempos remotos provenientes del viejo mundo han engendrado con su mal llamada conquista española. Una conquista aniquiladora de culturas indígenas trajo consigo no solamente males sociales sino también crímenes de lesa humanidad que junto con a la iglesia católica diezmaron comunidades integras. La corrupción otro de los problemas propios del viejo mundo, digo esto porque los Corregidores eran los primeros en implantar mecanismos de control arbitrario con el fin recaudar recursos para la Hacienda Real pero disminuido en sus montos para la corona española. La corrupción y el contrabando como hermanas gemelas las puse en la misma bolsa porque no hay contrabando sin corrupción, por eso son fenómenos sociales pueden si se quiere criminalizar o aplicar con penas máximas al delito la probabilidad de tener éxito es poca.
Es cuestión de cultura si se quiere reconstruir sociedades libre de prejuicios mejor si decidimos recuperar los valores sociales perdidos o sometidos a un sistema de dominación colonial que no solo vaciaron las riquezas del nuevo mundo sino también dejaron ese fenómeno social y criminológico maligno que hasta el día de hoy silenciosamente causa daño a nuestra América Latina.
“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo que hoy llamamos América Latina; fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron desde el mar y le hundieron los dientes en la garganta”. Eduardo Galeano.                

sábado, 2 de noviembre de 2019

CRIMINOLOGÍA: FASCINACIÓN Y RESPONSABILIDAD



Por CAROLINA CANALES CASTREJÓN
Licenciada en Criminología y Criminalística por la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV). Egresada del Instituto Politécnico Nacional. Conferenciante, articulista y tallerista sobre desarrollo humano. Doctora Honoris Causa por el Colegio Internacional de Profesionistas C&C.
La historia de la Criminología es, en muchos sentidos, la historia de la humanidad. Pasión, avaricia, locura, venganza, en fin, existen muchas razones por las que las personas acaban cometiendo crímenes y, aunque la mayoría de estos crímenes se olvidan rápidamente, excepto por las personas directamente involucradas, algunos aún se recuerdan y se comentan décadas después.
Lo cierto es que el crimen está en todas partes, a todas horas. Los grandes crímenes nos fascinan, nos intrigan. Todos queremos que las fuerzas de seguridad encuentren a los asesinos para que puedan pagar por sus fechorías. Y siempre es desalentador e inquietante cuando eluden la justicia. Son acciones que laceran la seguridad de todos y todas no sólo en México, sino en el mundo entero.
A medida que la sociedad humana ha evolucionado durante miles de años, también lo ha hecho nuestra comprensión de las causas del delito y las respuestas de las sociedades a él. Sólo en los Estados Unidos se estima que uno de cada tres asesinos nunca comparecerá ante la justicia. Estadísticas alarmantes nos hablan de cifras exorbitantes en nuestro país, con casos de asesinatos, desaparecidos y demás, que permanecen sin resolver desde 1980.
Algo está pasando con nuestro Sistema de Justicia Penal o qué ¿acaso existe realmente algo parecido a un crimen perfecto? ¿Son los criminales, tan buenos e inteligentes para cubrir sus huellas? ¿Cómo logran escapar a la justicia? ¿De cuántas formas se puede castigar a un delincuente? Tantas preguntas en el aire cuando se insertan en la mirada fascinante de un criminólogo.
Cuando miras la retorcida mente de un asesino, hay algo diferente. ¿Pero, qué exactamente? ¿Qué empuja a algunas personas a perder todo sentido de la humanidad y la decencia? Por otro lado, la historia no sólo está llena de crímenes extraños, también hay asesinos enloquecidos e impostores habilidosos.
Cuando escuchamos la palabra “criminólogo”, todos nos imaginamos, casi sin excepción, a la típica estampa de una escena del crimen donde una persona con un traje extraño recoge huellas, toma fotos del cadáver, examina el cuerpo de la víctima, analiza patrones de salpicaduras de sangre en la pared y en el suelo, etcétera.
Este cliché, popularizado por las series de televisión, no refleja en absoluto la realidad del trabajo científico forense que en realidad se realiza en campo. Los criminólogos somos científicos sociales que, entre otras cosas, tratamos de prevenir el delito y eso implica el estudio empírico del comportamiento delictivo y la reacción social frente al mismo: concretamente, analizamos el delito como acto individual, al delincuente, a la víctima y las medidas de control social existentes (formales e informales).
Todos tenemos en mente a clásicos personajes del cine como Patrick Bateman, al doctor Hannibal Lecter de “El Silencio de los Inocentes” o a Jack Torrance, protagonista del filme basado en la novela de Stephen King, “El Resplandor”. Son los típicos psicópatas que, por lo general, nos vienen a la cabeza. Pero, ¿qué hay a lo largo de la historia? ¿Por qué hoy en día es fundamental la formación de criminólogos y criminalistas?
La delincuencia ha sido un problema a lo largo de la historia. Para dar respuesta a los crímenes, se establecieron en las primeras sociedades leyes que definían claramente los delitos y los castigos correspondientes. Estos primeros intentos permitieron que la víctima de un crimen emitiera el castigo, pero tratando de aclarar que la respuesta a un crimen en particular debía ser igual a la gravedad del delito en sí. El Código de Hammurabi es uno de los primeros intentos, y tal vez el más conocido, de establecer una escala de castigo para los crímenes.
Los principios establecidos en el código se describen mejor como la “ley de represalias”. Se basa en la aplicación de la Ley del Talión, que incluye además el principio de presunción de inocencia. En la cultura occidental, muchas de las primeras ideas sobre el crimen y el castigo provienen del Antiguo Testamento de la Biblia. El concepto se reconoce más fácilmente como la expresión “ojo por ojo”. En las primeras sociedades, el crimen, junto con casi todo lo demás, se veía en el contexto de la religión. Los actos criminales ofendían, ya fuese a Dios o a los dioses. Fue en este contexto en el que los actos de venganza quedaban justificados, como un medio para apaciguar a los dioses por la afrenta cometida contra ellos.
Platón fue uno de los primeros -y por cierto uno de mis favoritos- en teorizar que el crimen era el resultado de una educación deficiente y que los castigos por crímenes deberían evaluarse en función de su grado de culpa, lo que permite la posibilidad de incluir circunstancias atenuantes. Aristóteles, por su parte, desarrolló la idea de que las respuestas al crimen deberían intentar prevenir actos futuros, tanto por parte del criminal como por parte de otros que puedan estar inclinados a cometer más delitos.
La primera sociedad en desarrollar un código integral de leyes, incluidos los códigos penales, fue la República Romana. Los romanos son considerados los verdaderos precursores del sistema legal moderno, y sus influencias aún se ven hoy en día, ya que el lenguaje latino se conserva en gran parte de la terminología legal y aquí no me dejarán mentir mis amigos abogados. Roma instauró una visión más secular del crimen, viendo los actos delictivos como una afrenta a la sociedad en oposición a los dioses, de ahí que asumiera el papel de determinar y aplicar el castigo como una función gubernamental, con objeto de mantener una sociedad ordenada.
Posteriormente, la introducción y propagación del cristianismo en el oeste provocó el regreso a una conexión religiosa entre crimen y castigo. Con el declive del Imperio Romano, la falta de una autoridad central fuerte condujo a un retroceso en la actitud de las personas hacia la comisión de delitos. Los actos criminales comenzaron a ser considerados como obra e influencia del diablo. Los crímenes fueron equiparados con el pecado. Una barbaridad humana ¿no creen?
El teólogo católico Santo Tomás de Aquino fue quien mejor expresó estas nociones en su famoso tratado “Summa Theologica”, donde se planteaba que los crímenes violaban la ley natural (instaurada por Dios), lo que significaba que alguien que cometía un crimen también había cometido un acto que le había separado de Dios.
Comenzó a entenderse entonces que los crímenes no sólo herían a la víctima sino también al criminal, y también a los monarcas, creyendo en su autoridad totalitaria concedida por la voluntad de Dios. Los crímenes contra las personas, la propiedad y el estado fueron vistos como crímenes contra Dios y el castigo era a menudo rápido y cruel, con poca consideración por el criminal. A medida que la noción de separación de la Iglesia y el Estado comenzó a echar raíces, tema en el que me reservo mi humilde opinión, las ideas sobre crimen y castigo adoptaron una forma más secular y humanista.
Cesare Lombroso, médico y antropólogo de formación, es considerado el padre de la Criminología. Su obra “Tratado antropológico experimental del hombre delincuente” se asume como la primera compilación sistematizada en esta área. Junto con Enrico Ferri y Raffaele Garofalo, fue uno de los grandes representantes de la Criminología primigenia o Criminología positivista.
El pensamiento de Cesare Lombroso estuvo fuertemente influenciado por las teorías de Darwin. En este sentido, Lombroso llegó a decir que los criminales eran “el eslabón perdido”, un ser que estaba en un punto intermedio entre el simio y el hombre. Su clasificación de los criminales fue, durante mucho tiempo, la principal herramienta para establecer el perfil de los delincuentes.
Los dividió en: criminal nato, delincuente loco moral, delincuente epiléptico, delincuente loco, delincuente pasional y delincuente ocasional. De hecho, muchos de sus postulados se debaten todavía en el campo del derecho. La teoría y la clasificación de criminales de Cesare Lombroso se mantuvieron vigentes por un tiempo, pero luego fueron radicalmente reevaluadas. Aparecían serias deficiencias en los diferentes contrastes que se intentaron utilizando el método científico. También, por momentos, se tornaba peligrosa: incitaba al prejuicio y a veces propugnaba la “eliminación definitiva” del criminal.
La verdad es que la criminalidad, ha sido (es y será) una de las mayores incógnitas que el ser humano ha tratado de explicar, en ocasiones con éxito, otras sin resultados demasiado certeros. En este sentido, uno de los temas en los que más se ha profundizado, ha sido en su relación con la personalidad; por ello, quiero ahora centrar la atención en el modelo de Eysenck sobre la personalidad criminal.
Este modelo de Eysenck ha sido uno de los trabajos más trascendentes realizados en la Psicología acerca de la personalidad. Para poder explicarles la personalidad criminal a través de este modelo, tenemos primero que tomar en cuenta el concepto de “delito”. Este implica llevar a cabo ciertos riesgos y conductas extremas, así como una falta de empatía por los bienes materiales y personales ajenos. Por tanto, según el modelo de Eysenck, la personalidad criminal tendría la siguiente combinación:
Por un lado, se relacionaría con un elevado grado de extraversión. La osadía, la despreocupación (rasgos fundamentales de la extraversión) se caracterizarían por ser elementos constituyentes en la comisión de un hecho delictivo. Seamos sinceros, hace falta valor para robar en una tienda, por ejemplo. Seguidamente, un delincuente se definiría también por unos niveles bajos de neuroticismo. Su sistema límbico no se activaría tan rápido ante los estímulos que recibe. Esto implica que en el momento en que piensa en cometer un delito no tiene una visión futura de las consecuencias de sus actos. Ese estímulo no activaría el sistema simpático del SNA, impidiéndole sentir culpa y posteriores remordimientos por lo que ha hecho. Que cosa tan terrible, ¿no les parece?
Por último, una persona que ha cometido un delito presentaría un elevado grado de psicoticismo: no siente empatía y muestra una actitud fría ante lo que ha hecho. El modelo de Eysenck explica de forma general una gran cantidad de personalidades distintas entre sí. Todo depende de las combinaciones que podamos hacer, pues no existe una “cantidad” fija de cada uno, sino que siguen cierta graduación (excepto el psicoticismo).
Al margen de otras teorías que hayan podido salir a la luz con posterioridad, el trabajo de Eysenck, adaptado al mundo criminal, ha resultado toda una innovación para tratar de explicar el porqué del crimen desde el punto de vista más psicológico, en relación con la personalidad: la personalidad criminal.
Los primeros criminólogos defendieron un enfoque racional para tratar el crimen. El escritor italiano Cesare Beccaria, abogó en su libro Sobre Crimen y Castigo por una escala fija de crimen y castigo basado en la severidad del crimen. Sugirió que cuanto más severo fuese el crimen, más severo debería ser el castigo. También creía que prevenir el crimen era más importante que castigarlo y coincido totalmente. 

ENTONCES ¿QUÉ ES LA CRIMINOLOGÍA?
Definiciones podemos encontrar muchas, yo sólo les comparto las siguientes: La Criminología como disciplina es el estudio de la delincuencia y el elemento criminal, sus causas y la supresión y prevención de la misma. La Criminología es una ciencia social interdisciplinaria que se encarga del estudio empírico del comportamiento delictivo y de la reacción social frente al delito.
La Criminología moderna se desarrolló a partir del estudio de la Sociología, donde los científicos no han desaprovechado la oportunidad de tener un ejemplar, un asesino, por ejemplo Manson, al alcance de la mano, quien ha sido un objeto de estudio de primer orden, donde los investigadores tratan de explicar por qué este hombre y su corte hicieron lo que hicieron, aplicando tesis psicológicas como la teoría del etiquetado, la teoría general de la tensión o la teoría del aprendizaje social, para investigar sobre el carácter intrínseco o ambiental de la maldad, sobre situaciones extremas de salud mental.
Pero ¿hubo algo más? ¿Hubo alguna conclusión al respecto? No, como muchos otros en ciencia, hablando de sus propias limitaciones y del clásico “será necesario seguir investigando”. Entonces, hablando objetivamente y emitiendo mi particular punto de vista, la literatura sociológica sobre el crimen no se ha encargado de las dinámicas tras los asesinatos, aparentemente sin sentido, y eso nos indica que no hay ningún intento serio de aplicar la teoría criminológica a estos asesinos y sus acciones.
En esencia, los criminólogos modernos nos tenemos que enfocar, por consiguiente, en conocer las causas fundamentales del delito y determinar la mejor manera de abordarlo y prevenirlo. Ofrecer, por otro lado, un diagnóstico de la realidad criminal con el objetivo de lograr una mayor eficacia en su prevención y represión. Actualmente es la ciencia que ofrece a los poderes públicos las opciones científicas más adecuadas para el control de la criminalidad. Cuanto mejor conozcamos las causas del comportamiento criminal, más se podrá ampliar y mejorar el campo de actuación.
Hay una frase de Eduard Punset que quiero citar para hacer énfasis en lo siguiente: “Los psicópatas nos enseñan que la falta de empatía alimenta nuestra crueldad”. Entonces, las implicaciones criminológicas, psicológicas, sociales y legales de los psicópatas criminales y de los psicópatas integrados son muy diferentes. Aunque cueste creer que hay psicópatas que no matan ni asesinan, lo cierto es que están ahí, camuflados en la sociedad y en todos los ámbitos que la conforman. No todos quieren estar listos para saber esto, pero es cierto ahí están, afuera, esperando la ocasión. Qué miedo, ¿no?
En realidad, y contrariamente a lo que se piensa, los psicópatas asesinos en serie son una excepción social. Son muchos más los psicópatas “integrados” o “subclínicos” que se ocultan entre nosotros pasando desapercibidos. Son altamente nocivos para la sociedad, para el entorno laboral y para las personas con las que se relacionan, sobre todo parejas  y familia.
Muchos estudios han confirmado la asociación entre los trastornos de la personalidad y el comportamiento criminal, mientras que otros han identificado que las personalidades antisociales y limítrofes son fuertes predictores de violencia y agresión,  incluso entre los delincuentes. La personalidad antisocial se considera como un trastorno distinto de la psicopatía: el primer diagnóstico tiene en cuenta casi exclusiva- mente el patrón de conducta antisocial, mientras que el segundo incluye no sólo el comportamiento, sino la falta de remordimiento, la insensibilidad y la frialdad de afecto. Sin embargo, ambos se consideran disfunciones correlacionadas, teniendo en cuenta además que una parte de los pacientes antisociales podrían ser psicópatas.
¿Qué lenguaje utilizan los psicópatas? ¿Quieres conocer su comunicación no verbal? ¿Son enfermos mentales o crueles delincuentes? ¿Qué dice nuestra ley penal? ¿Qué relación existe entre los comportamientos violentos y los diferentes trastornos de personalidad? ¿Sabes cómo actúa un depredador emocional y sabrías reconocerlo? Bueno, esto y más lo sabe un criminólogo.
La palabra “psicópata” traslada directamente a nuestra mente cara a cara con varios iconos de la cultura moderna y no todos se ajustarían a la patología que nos ocupa, pero en general, el cine, la televisión y la literatura están copados por personajes ficticios y reales que provocan fascinación, temor, curiosidad y rechazo al mismo tiempo, cuando en realidad la psicopatía está recogida dentro del grupo de trastornos de personalidad, es decir, una forma de ser que se caracteriza por la dominación mediante la amenaza, el no sentir culpa ni remordimiento por lo que se hace y la manipulación para alcanzar los propios intereses. Todo ello bajo una fachada de absoluta normalidad.
Algo que sucede frecuentemente es confundir psicópata con psicótico. La diferencia principal es que el primero no presenta alucinaciones u otras formas de pensamiento irracional y no pierde contacto con la realidad en ningún momento. En realidad, la presencia en la sociedad de estas personas es muy baja en términos estadísticos, aunque su criminalidad es desproporcionada cuando la cometen. Sin embargo, no se debe confundir diagnóstico con delito. La mayoría están integrados en la sociedad.
Existen varias teorías, y algunas apuntan a que la causa principal tiene origen biológico. La del Bajo Miedo es una de ellas. Estudios respecto de la capacidad empática de los psicópatas han demostrado que no tienen problema para empatizar con la felicidad ajena, pero sí con el miedo. Tienen dificultad para compadecerse de los demás. No hay reacción emocional.
Es sabido que este tipo de personas responden escasamente ante imágenes de miedo, dolor y sufrimiento en el cerebro (baja activación de la amígdala, la encargada del procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales). Tienen gran dificultad para la adquisición de nuevos miedos asociados a normas sociales, tienen un bajo temor al castigo y sus consecuencias, y tienen mayor dificultad para adquirir el componente de evitación daño/castigo, tan importante en nuestra conciencia.
Si no se experimenta desde pequeño el miedo al daño o al castigo, no se tiene la experiencia emocional y, por tanto, difícilmente se responde con temor ante señales de amenaza o peligro en el futuro. Esto es importantísimo para formar la conciencia, que se adquiere con la experiencia del miedo y la socialización a lo largo de nuestro desarrollo. Por tanto, los psicópatas poseen una conciencia débil apoyada en diferencias biológicas con el resto de la población y ante las características, las investigaciones y la biología… la pregunta final es: ¿distinguen entre el bien y el mal? Y la respuesta es sí. Saben calibrar perfecta- mente entre el bien y el mal, y si dañan, saben lo que están haciendo.
El psiquiatra forense José Carlos Fuertes Rocañín nos dice que las conductas antisociales y agresivas pueden empezar a los 3 o 4 años e ir en aumento si no se pone remedio. Hay que tener siempre claro que la educación saludable empieza desde el mismo momento en que el niño viene al mundo y que si algo es siempre esencial es que exista coherencia entre lo que los padres dicen y hacen.
Factores sociales alrededor de los menores como el abuso y hoy en día la dependencia de las redes sociales y del teléfono móvil, o cuando ya tiene 17 años y aumenta la introversión, el aislamiento y la falta de socialización, todo esto puede influir a posteriori en conductas agresivas. Donde muchos ven problemas otros vemos campos de oportunidad para la prevención del delito.
Como criminólogos nos relacionamos con personas cuyos niveles de malestar emocional son elevados. Por tanto, somos capaces de captar los sentimientos de las personas, recordar detalles de las conversaciones y de los aspectos cualitativos del lenguaje corporal, que nos ayudan a establecer dinámicas apropiadas y dar las claves de actuación concreta. Tenemos que saber tomar decisiones, promover iniciativas, dirigir y coordinar equipos humanos, así como elaborar estrategias, para lo que será necesaria una habilidad como el liderazgo que englobe tales características. Debemos ser buenos oradores para transmitir y comunicar de forma correcta la información. En nuestro amplio campo de actuación requerimos comunicarnos con personas de todo tipo, asistir a reuniones, congresos y la capacidad comunicativa es una herramienta que nos ayuda a desenvolvernos con la máxima solvencia.
La criminalidad no entiende de idiomas, razas o clases sociales y el mundo globalizado cada vez va más de prisa. Necesitamos ir a la vanguardia en los nuevos hallazgos que permiten la interacción casi inmediata con los nuevos descubrimientos. Por ello, cada vez es más necesaria la puesta en común de proyectos a escala internacional, sin necesidad de largos desplazamientos y para los que el manejo de las nuevas tecnologías se torna esencial. El marco multidisciplinario que rodea a la Criminología nos obliga como criminólogos a estar actualizados en los avances de aquellas disciplinas que nos nutren.
La lectura es obligada, sobre todo en los avances en disciplinas afines como la Psicología, Sociología, Política y Biología. En el análisis de la realidad política, nosotros, como criminólogos, tenemos que desarrollar un sentido de la justicia, la ética y la moral que nos permita dirigir críticas hacia el propio Estado de Derecho cuando éste ponga en peligro la convivencia armónica de sus integrantes. La capacidad de crítica, así como de autocrítica, son importantes herramientas aun en sistemas ligados a la corrupción. Sin mencionar las horas inmersas en las escenas del crimen, que si se las detallo, no les resultarán nada agradables  y menos las prácticas realizadas en laboratorio.
Como saben, la justicia con la cual se castiga al delincuente o criminal, aunque en ocasiones no siempre se llega al castigo, no ha funcionado, debido a la falla de los procesos de detención, por lo que toca a los temas de corrupción. Casi siempre es una constante, falta de elementos (pruebas), falta de la parte acusadora y un sinfín de etcéteras. En nuestro país hace falta realizar mucho trabajo con todos los encargados de la seguridad dentro de los tres órdenes de gobierno, desde capacitación en conocer los Derechos Humanos, y todos los protocolos que existen con el victimario y la víctima, o en algunos casos aplicar los primeros auxilios psicológicos a la víctima o víctimas secundarias, cosa que no se lleva a cabo de manera pronta, tal como la marca la Ley General de Víctimas.
Entre la víctima y el victimario hay un desequilibrio, ya que la víctima ha pasado a segundo término, y por si fuera poco, son posturas antagónicas, ya que al delincuente siempre se le ha atendido por parte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, consigue de manera pronta un abogado, mientras la víctima queda a expensas de un ministerio público o juez. Por otra parte, nuestro sistema de justicia, no en todos los casos, claro, lo que menos brinda a la víctima es justicia, y ésta no es ni pronta ni expedita y además se le revictimiza, y hasta cierto punto es culpada por los hechos, mientras que el victimario puede evadir la justicia por un proceso incorrecto llevado por el primer respondiente o por el Ministerio Publico o por el policía de investigación, por lo que los criminales pasan a la historia y la víctima pasa al olvido.
Pero si bien es cierto que el sistema penal es insensible, muestra rechazo, carece de solidaridad y empatía, podemos apostar como criminólogos, en congruencia con los Derechos Humanos, por una justicia restaurativa enfocada en ambos, resarcir el daño y la integración del victimario a la sociedad, desde la presentación de la denuncia del hecho delictivo. Eso, por un lado, por otro, es incentivar a que las victimas denuncien ante las autoridades correspondientes, el testimonio ante tribunales, que aporten las pruebas necesarias y veraces que den soporte a su caso, incentivar a las autoridades a que no deben revictimizar, y obligar a dar un seguimiento oportuno a la carpeta de investigación, poniendo a prueba los planteamientos clásicos de la Penología.
Los criminólogos y criminalistas podemos coadyuvar dentro de las Organizaciones Administrativas de los Institutos Públicos encargados de la aplicación de las penas de privación de libertad, a que se combinen elementos del Derecho Penal y las modernas tendencias despenalizadoras y el auge de las medidas de seguridad como reacciones frente al delito.
Hoy se asume que la pena tiene distintas finalidades, como la prevención general, que es evitar, amenazando con penas, que los ciudadanos cometan delitos; la prevención especial, que intenta evitar que el sujeto que ya ha delinquido vuelva a delinquir y, por último, la retribución, tres conceptos que integran hoy en día las Teorías Eclécticas de la Pena.
Ahora bien, tenemos que encontrar dentro de la finalidad de la pena un hueco a esta idea de retribución o ideas de justicia, como le llaman, ya que el sujeto es culpable y merece un castigo. Se los dejo de tarea, porque podemos distinguir entre el fundamento de la pena, que debe ser un fundamento retributivo de estricta justicia, que es compatible totalmente con la finalidad preventiva de evitar los delitos o de lo contrario merece un especial análisis. El sector privado demanda un servicio de control, prevención y tratamiento de la seguridad, tanto de las víctimas como de los victimarios. No hay en la actualidad profesionales capacitados para cubrir esta demanda, y es ahí donde entran en juego los criminólogos y criminalistas que hoy nos estamos formando.
Más que nunca el Estado no puede hacer caso omiso a aquello a lo que nos estamos enfrentamos todos los días, como las trabas de las mismas dependencias de justicia, los estamentos políticos, los recursos materiales y económicos, y eso sin dejar por un lado todos esos factores criminológicos que se manifiestan en la sociedad.
El crimen evoluciona y lo que hoy es válido, mañana puede que sea ineficaz. Como criminólogos y criminalistas sentimos la responsabilidad de buscar nuevas soluciones que reencaucen los criterios de política jurídica hacia una equilibrada valoración del delito, de la víctima y del delincuente, reforzando estudios más complejos para que el término prevenir no sea parte del lenguaje utópico en México.   

EL COMPLIANCE PENAL Y LA CRIMINOLOGÍA CORPORATIVA APLICADA EN LAS EMPRESAS Y NEGOCIOS

Por RUBÉN DARÍO MERCHANT UBALDO Licenciado en Derecho. Especialidad en Derecho Penal. Maestro en Derecho Civil. Maestro en Alta Dirección Em...